Cuando se trata de alimentar a una población en crecimiento en tiempos de conflicto y cambio climático, la Madre Tierra tiene mucho trabajo por hacer.
Para construir un futuro sostenible, tendremos que volver al modelo de la granja a la mesa, abriendo enormes y apasionantes oportunidades de investigación para científicos en muchos campos diferentes. En este informe especial, analizamos algunos de los eventos que tuvieron lugar en laboratorios de investigación y en granjas.
Alimentar a 2.050,10 millones de personas de unos 30 años no será una tarea fácil. Actualmente, el 2% de la población mundial pasa hambre, lo que supone unos 800 millones de personas. Además, alrededor del 10% de la población mundial está desnutrida, lo que significa que no consume la cantidad suficiente de nutrientes para una vida sana.
Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas
Para lograr el hambre cero, como se establece en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para el mismo año, debemos poder alimentar a tres mil millones de personas más y proporcionar una mejor nutrición a otros dos mil millones. Todo esto sucede mientras los conflictos y el cambio climático amenazan la viabilidad de vastas extensiones de tierras agrícolas.
Los científicos de todo el mundo están trabajando incansablemente para desarrollar nuevos métodos y tecnologías que puedan encaminarnos por un camino más sostenible. La experiencia demuestra que la hambruna no puede resolverse mediante la intensificación agrícola: tales actividades en realidad empeoran la situación. Los grandes monocultivos todavía dominan en muchos países, con impactos desastrosos sobre la biodiversidad.
Por el contrario, para alimentar a una población mundial cada vez mayor, debemos aumentar la producción de alimentos de forma sostenible. Esto significa utilizar técnicas agrícolas que no dañen el medio ambiente y que no agoten los recursos naturales. También debemos reducir el desperdicio de alimentos, que es un problema importante en todo el mundo.
Ismahane Elouafi, científico jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), afirmó: “Ahora sabemos que la mayoría de las variedades modernas de granos, diseñadas mediante selección artificial, tienen un valor nutricional mucho menor que las antiguas“
Según Sarah Bonetti, jefa del Laboratorio de Hidrología y Geomorfología de Cuencas de la EPFL y experta en suelos: “El sector agrícola representa un tercio de las emisiones de CO2 procedentes de las actividades humanas. Sin embargo, los métodos agrícolas tradicionales, muchos de los cuales tienen siglos de antigüedad, pueden capturar grandes cantidades de dióxido de carbono y almacenarlo en el suelo, al tiempo que aumenta el rendimiento de los cultivos“.
La tecnología puede ayudar a alimentar al mundo
Si bien la tecnología no ha sido ciertamente una panacea para solucionar el hambre, investigadores de diferentes disciplinas se están uniendo para abordar el futuro del suministro mundial de alimentos. Están desarrollando nuevos enfoques en toda la cadena de producción: desde la selección de semillas, la edición genética, la germinación y el cultivo (en el campo, en invernaderos, en el suelo o en los tejados de las ciudades), hasta la cosecha, la entrega, el procesamiento y el envasado.
Los científicos también están explorando cómo podemos cuidar mejor los cultivos utilizando una combinación de productos químicos, robótica y métodos naturales.
Algunos centros de investigación incluso están explorando formas de cultivar alimentos, ya sea sintéticamente o innovando en procesos biológicos existentes, como la fermentación en seco.
En Israel, está creciendo todo un ecosistema de tecnología alimentaria en torno a la Universidad Technion, donde los científicos colaboran con nuevas empresas emergentes.
En Europa están surgiendo iniciativas similares: organizaciones que reúnen a científicos y agricultores para probar nuevas tecnologías y métodos agrícolas.
Dos ejemplos en Suiza son el Parque Tecnológico Agropôle en Molondin (Cantón Vaud), del que la EPFL es miembro, y el Centro de Integración de la Alimentación y la Nutrición de la EPFL, que forma parte del Valle Suizo de la Alimentación y la Nutrición.
Una alimentación sostenible también es clave
Cuando se trata de sostenibilidad, parte del problema radica en nuestros hábitos alimentarios. Si bien muchas personas sienten hambre, miles de millones más tienen sobrepeso y comen demasiada carne, lo que deja una gran huella de carbono.
Peor aún, suelen tirar la mayor parte de la comida. Si a eso le añadimos los residuos por las pérdidas de cultivos, cosechas y almacenamiento, alrededor de un tercio de los alimentos que se producen terminan en la basura.
La buena noticia es que podemos tomar medidas para reducir estas pérdidas a lo largo de toda la cadena de valor, hasta llegar a nuestros platos. Una prueba piloto reciente realizada en restaurantes de la EPFL muestra cómo se puede hacer esto.
Estas cifras dan a la FAO la esperanza de que podremos alcanzar el objetivo para 2050, pero no sin esfuerzos concertados. La organización ha hecho recomendaciones específicas, aunque algunas de ellas pueden entrar en conflicto con los intereses de las empresas y los políticos, así como con la resistencia de los agricultores a los cambios.
Sin embargo, estos obstáculos pueden superarse mediante la investigación, un diálogo amplio y una colaboración abierta. Tenemos la obligación de encontrar todas las soluciones para luchar contra el hambre porque están en juego las vidas de miles de millones de personas.
Autores: Emmanuel Barraud, Anne-Muriel Brouet, Sarah Perrin y Clara Marc.
Ecoportal.net
Con información de: https://actu.epfl.ch/