¿Pueden los videojuegos beneficiar a nuestra salud?
Desde la invención del videojuego como producto, ha existido el debate sobre si nos generan algún beneficio o si por el contrario, podemos … Leer Más
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Algunos de nosotros pueden no estar muy preocupados por comer orgánico. Demonios, con el ajetreado estilo de vida de hoy en día, es … Leer Más
En gran parte del mundo se comienzan a conocer los efectos o reacciones adversos de la vacuna contra el papiloma humano en niñas … Leer Más
La trascendente relación entre el ambiente y la salud humana era conocida desde tiempos inmemoriales. Hace unos 25 siglos Heráclito de Éfeso, aseveraba que: “La salud humana es un reflejo de la salud de la tierra”. En el mismo sentido, hace unos dos siglos, Napoleón Bonaparte, nos indicaba que: “Agua, aire y limpieza son los principales artículos en mi farmacia”.
Parecería que es una quimera, un sueño inalcanzable, la posibilidad de que todos los países se pongan de acuerdo para reducir el calentamiento global, así lo demuestran las negociaciones a paso lento de la Convención Marco sobre el Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas. Frente a este hecho frustrante, una nueva actitud y acción de nosotros, los ciudadanos globales, es crucial.
Llama la atención el hecho de que para aprobar las autorizaciones de OGM en diversos países se utilicen sólo los datos de las empresas productoras de los transgénicos como evidencia de inocuidad. Tal fue el caso de Bolivia, que durante el gobierno de Mesa Gisbert se instruyó la aprobación de la Soya Roundup Ready, por presión de los productores, no obstante que en reuniones expresa desde la delegación de la Universidad y del Ministerio de Salud se advirtió de los riesgos (que después, fueron probados) tanto a los funcionarios de SENASAG, que esgrimieron como base científica de inocuidad precisamente los estudios de la empresa Monsanto (productora de la semilla y del glifosato), como a los del entonces Ministerio de Desarrollo Sostenible.
En las últimas décadas resulta notable el incremento de numerosos eventos climatológicos a nivel mundial: inundaciones, tempestades, huracanes, granizadas, heladas, sequías, etc., ocasionando cuantiosas pérdidas humanas, materiales y económicas (estimadas por encima de 70,000 millones de dólares anuales y afectando a cerca de 325 millones de personas) y mayormente perjudicando a las comunidades locales y poblaciones indígenas más pobres de las diferentes regiones.