Regeneraron una planta de la era del hielo
Científicos rusos regeneraron una planta de la era del hielo. Lo hicieron a partir de tejidos de frutas alojadas en una capa de hielo permanente.
Científicos rusos regeneraron una planta de la era del hielo. Lo hicieron a partir de tejidos de frutas alojadas en una capa de hielo permanente.
Las vacas conocidas como la raza de “Azules Belgas” o “Supervacas”, son animales con un defecto genético que provoca un incremento importante de su tamaño y con abundante musculatura. Este video (en inglés) emitido por National Geographic ofrece una visión de cómo el hombre se ha aprovechado de esta anomalía para mantener las llamadas “SuperVacas” y así obtener más carne de ellas. ¿Se encuentra esto dentro de la ética de los derechos de los animales o es razonable aprovecharse de esta anomalía para aportar mayor cantidad de alimento?
La doctora en genética molecular Elena Álvarez-Buylla batalla en contra de los cultivos genéticamente modificados: "Somos sujetos de un experimento global, sin control ni consentimiento", asegura. Este riesgo "sólo se justifica por las ganancias privadas de las grandes corporaciones", afirma.
La biodiversidad es la totalidad de los genes, las especies y los ecosistemas de una región. La riqueza actual de la vida de la Tierra es el producto de cientos de millones de años de evolución histórica. A lo largo del tiempo, surgieron culturas humanas que se adaptaron al entorno local, descubriendo, usando y modificando los recursos bióticos locales. Muchos ámbitos que ahora parecen "naturales" llevan la marca de milenios de habitación humana, cultivo de plantas y recolección de recursos. La biodiversidad fue modelada, además, por la domesticación e hibridación de variedades locales de cultivos y animales de cría.
La COP10 llevó a la práctica la vieja estrategia diseñada por las IFIs, haciendo realidad los sueños más delirantes de transnacionales, banqueros y fondos de inversión. Con la lógica de que “sólo se conserva lo que cuesta”, la Conferencia de Nagoya llamó a “intensificar” la valoración económica de todos los bienes naturales, incluida la propia vida, como una nueva clase de “activos” financieros con valor monetario. De esta forma, la COP10 trastocó la “gestión de los ambientes naturales” en un “negocio”, e institucionalizó la mercantilización de todos los recursos de la naturaleza, incluidos los genes, los microorganismos, los “servicios ecosistémicos” (desde la polinización hasta la filtración del agua) y los conocimientos ancestrales de poblaciones indígenas de América del Sur.
La estrategia más eficaz para frenar realmente la erosión genética de los recursos vegetales es la que fortalezca, promueva y respete los mecanismos de producción, intercambio y mejora de las semillas locales o tradicionales; la que asigne un valor significativo a los bancos comunitarios de genes; la que apoye las prácticas agrícolas campesinas e indígenas y fomente su mejoramiento; la que respete no sólo el conocimiento tradicional asociado a los cultivos, sino la que extienda un puente sólido para reencontrarnos con todo el fecundo saber agrícola, que atesoran las comunidades campesinas e indígenas. En fin, se trata de renunciar a los modelos que insisten en afianzar el monocultivo y la industrialización de la agricultura, verdaderos responsables de la erosión genética, para establecer como norte y guía irrenunciable, que nuestra diversidad vegetal es una herencia colectiva de toda la humanidad, y así debe seguir siendo.
El debate sobre agrocombustibles de próxima generación podría ser transformado por el nuevo campo de la biología sintética. También conocida como synbio, la biología sintética va más allá de la ingeniería genética para crear vida de la nada al combinar biología de nanoescala, computación e ingeniería.
Hasta ahora la actividad inmuno-regulatoria de las secuencias de ADN sintético de las plantas modificadas genéticamente han sido excluidas de la evaluación de riesgos. Se necesita urgentemente un enfoque exploratorio (o un programa de investigación) para analizar la actividad inmuno-regulatoria de las secuencias sintéticas de ADN de las plantas modificadas genéticamente.
Las prácticas depredadoras de corporaciones bananeras llevan al fruto hacia su extinción. Durante cien años, un puñado de corporaciones recibieron una fruta espléndida y se les permitió hacer lo que quisieran con ella. ¿Qué ocurrió? Para exprimirle hasta la última gota de ganancia, destruyeron democracias, quemaron selvas y acabaron matando la fruta misma.
Por más de 10.000 años la agricultura americana del sur ha podido alimentar a la población sin recurrir a modificaciones genéticas. En los últimos 50 años se quiso vender la idea que no era posible producir sin agroquímicos de síntesis, apelando a que el aumento de la población reclama igualmente aumentos en la producción. En los últimos diez años, con el mismo argumento, se quiere hacer creer que no es posible alimentarse si no es a partir de plantas modificadas genéticamente.
El uso de agroquímicos no puede continuar en los niveles actuales, el desmonte salvaje no puede seguir, la producción ha de tener un límite y si en la implementación de esos límites se cree resignar alguna ganancia debe pensarse que, en realidad se está ganando en la salud de la gente, en la protección del ambiente y en un futuro no demasiado lejano.
A pesar que los organismos genéticamente modificados (OGMs) son consumidos a diario en diferentes países, pocos estudios se han dedicado a estudiar los efectos del consumo de OGMs sobre la salud humana. Hay diversos estudios que inicialmente demuestran severos posibles riesgos a la salud humana, falta de seguridad, toxicidad, y efectos sobre el medio ambiente. De tal forma que hay una necesidad de regular y poder etiquetar productos alimenticios que contengan OGMs o que sean integralmente OGMs por su naturaleza.
Cuando la Unión Europea decida que los transgénicos son peligrosos y ya hayamos contaminado nuestros cultivos ¿Podremos exportar nuestros frutos? ¿No será tarde? Ya no podremos elegir. Sería enaltecedor que la comunidad científica chilena, biólogos, médicos, toxicólogos, ambientalistas, genetistas etc. entraran en este debate y se hicieran escuchar, y también la gente común fuera informada de lo que está pasando en este campo.
Lastimosamente la apertura de los mercados ha permitido que los capitales actúen como agentes políticos buscando alterar por sus influencias políticas, ambientales e incluso laborales. Pero ese fin que justifica el intercambio de bienes y servicios viene a ser otro sofisma de distracción. Tal y como comenta Olarte en uno de su oficios, es un engaña-bobos, pues lo que realmente busca el Tratado de Libre Comercio (TLC) es un control económico e incluso geopolítico
Desde el año 2002, el gobierno de Las Filipinas aprobó la introducción del maíz transgénicos de Monsanto. En el 2004 se aprobaron dos nuevas variedades de maíz GM, incluyendo el maíz Bt11 de Syngenta, los que han sido distribuidos en todo el país.
El TLC-EUCA utiliza varios mecanismos para el logro de sus objetivos. Uno es la ampliación de los derechos de propiedad intelectual sobre formas de vida, contenidos en el Capítulo 15. Otro, más inesperado y un tanto sigiloso, es la consideración de la bioprospección como "servicio científico y de investigación".