Quién decide el futuro de los bosques del mundo
Las críticas de la sociedad civil al Congreso Forestal Mundial de la FAO en el evento alternativo CSAP2015.
Las críticas de la sociedad civil al Congreso Forestal Mundial de la FAO en el evento alternativo CSAP2015.
La compañía italiana semiestatal ENI ha comenzado a producir biodiesel de aceite de palma cerca de Venecia. Aunque el cultivo de palma aceitera implica la destrucción masiva de selvas en Indonesia y Malasia, la Unión Europea fomenta su uso.
No sólo la publicidad y los medios de comunicación, también las políticas institucionales, llevan un tiempo convenciéndonos de que producir y comprar masivamente puede contribuir a salvar el mundo.
Cada vez más, la minería se desarrolla a cielo abierto. Para acceder a los yacimientos de mineral es necesario destruir plantas, animales y a menudo poblados humanos enteros. Materiales de menor valor como arena, grava, arcilla, se extraen en mayores cantidades destruyendo montañas enteras. Los minerales y metales preciosos se obtienen en cantidades mucho menores, pero conllevan la remoción de enormes cantidades de residuos y la utilización de metales pesados y tóxicos como el cianuro (lixiviación) y el arsénico que contaminan irreversiblemente el agua potable.
Uno tiende a pensar que la vida en el campo es digna, y que allí la pobreza se lleva mejor, pues en tiempos de vacas flacas, siempre se puede arrancar de la tierra alguna cosa para ir subsistiendo. Pronto estos tiempos habrán quedado atrás. Las grandes multinacionales acaparan literalmente la tierra para lo que antes obligan a desplazarse a los campesinos, que se ven expulsados de sus lugares de origen, a veces incluso con violencia. Y estos campesinos desplazados se van concentrando en los cinturones de miseria absoluta alrededor de las grandes ciudades, y terminan convirtiéndose en pobres urbanos.
La misma lógica de desarrollo, que ha llevado a la escasez de materias primas, conduce a la realización de proyectos técnicamente cada vez más complejos, en lugares más remotos, y con la consecuente peligrosidad aumentada. Cerrar ojos y oídos está a la orden del día para los gobiernos de Norte y de Sur. Dejar hacer. Y maquillar de verde: pretendiendo que toda iniciativa industrial y extractiva es sostenible, verde o renovable. Igual si están extrayendo petróleo, oro, uranio, cobre o hasta cultivando soja transgénica, para las empresas todo es “sostenible”. E incomprensiblemente, las políticas les apoyan.
Los pueblos indígenas de Colombia ven su supervivencia seriamente amenazada. La propia Corte Constitucional colombiana declaró muy recientemente al Pueblo Embera en grave peligro de desplazamiento y desintegración y en emergencia junto a otros 34 pueblos indígenas de Colombia. Campesinos, indígenas y población afrodescendiente son asesinados, amenazados, torturados, intimidados o desplazados al defender su existencia y sus territorios frente al saqueo de los recursos naturales.
El aceite de palma es una de las materias primas que se utilizan para la producción de biocombustibles o agrocombustibles, lo que consiguientemente catapulta su necesidad y demanda. Debido a las críticas que han surgido, y para conseguir la aceptación política y social, la Unión Europea y otros organismos e instituciones proponen elaborar unos criterios formales de sostenibilidad para la producción de materias primas para agrocombustibles. Sin embargo el cultivo de palma aceitera, como todos los monocultivos agroindustriales, NO ES ni puede ser NUNCA sostenible.
La industria de agrocombustibles tiene sus ojos puestos principalmente en las mejores tierras, pero de modo intencionalmente confuso se utiliza este término de “tierras marginales”. Desde un punto de vista ecológico no existe la marginalidad. El hecho de que un recurso natural, como lo es el suelo, no esté siendo utilizado para producir un beneficio económico para el mercado globalizado, no significa que no tenga un gran valor ecológico y para las poblaciones locales.