Le personas son más violentas por el cambio climático
Rara vez se da el caso de que el cambio climático sea el único desencadenante de la creación de conflictos. Sin embargo, un nuevo … Leer Más
Rara vez se da el caso de que el cambio climático sea el único desencadenante de la creación de conflictos. Sin embargo, un nuevo … Leer Más
Empezaría haciendo una diferenciación que considero importante. Desde mi punto de vista, sin ser un especialista en la materia y teniendo en cuenta … Leer Más
El Australopithecus es el homínido más antiguo que se conoce. Australopithecus quiere decir “simio sudafricano” y se estima su antigüedad hasta en 4 … Leer Más
Los conflictos armados afectan gravemente la supervivencia de los grandes mamíferos que habitan en África. Un estudio publicado en la revista Nature lo … Leer Más
Construir un espacio mediterráneo de paz, seguridad y prosperidad compartida, buscando erradicar la injusticia y la desigualdad -principales responsables de la violencia y de los conflictos armados- es un reto necesario.
“La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología (…). Fidel Castro, Río de Janeiro, 1992.
Dicen que las arrugas nos recuerdan el lugar en el que han estado las sonrisas. Por eso, cada pliegue de nuestra piel puede ser el reflejo de una alegría inesperada que probablemente ni siquiera recordamos pero que nos solucionó la vida en los momentos más difíciles.
Millones de refugiados se agolpan a las puertas de Europa poniendo a prueba nuestros valores más preciados de solidaridad y equidad. Es todo un aviso para navegantes sobre los peligros del futuro que nos espera. Cuando una sociedad humana se siente amenazada tropieza con la disyuntiva de elegir entre la libertad y la seguridad, es muy probable que se opte por la segunda opción autoritaria. En la respuesta que demos a este dilema práctico corremos el riesgo de suspender los principios morales más apreciados en nuestras acomodadas sociedades democráticas. Las libertades pueden tirarse al basurero cuando se percibe que los refugiados constituyen una amenaza a la propia seguridad.
Existe un interesante estudio realizado en 2009 por científicos de la NASA en el que se analizaron los motivos de la caída de los mayas sirviéndose de datos extraídos por satélite, a través de modelos climatológicos y de hallazgos arqueológicos, también a través del análisis del polen de sedimentaciones marinas. El resultado fue que el polen de los árboles había desaparecido prácticamente por completo en la época del declive. En su lugar sólo se encontró polen de mala-hierba. Dicho con otras palabras: la región había sido desforestada prácticamente por completo. Sin embargo no a causa de una catástrofe natural.
La demanda de recursos excede la capacidad biológica del planeta en un 20%. El cambio climático, la disminución en la producción de alimentos o en la disponibilidad de agua dulce, las migraciones forzadas, las inundaciones o el riesgo de desertificación conducen a un aumento de los conflictos, calificados como “ambientales”. Las guerras ambientales se han convertido en una categoría específica de análisis. El discurso de Obama en la Academia Militar de West Point (mayo de 2014) relacionaba el cambio climático con la seguridad nacional. Gran Bretaña también abordaba la cuestión en el documento “Tendencias y Estrategias Globales (2007-2036)”. Libros como “Batallas constantes”, del arqueólogo Steve LeBlanc; “Guerras climáticas. Por qué mataremos (y nos matarán) en el siglo XXI”, de Harald Welzer; o “Los conflictos sociales del cambio climático”, de Pablo Cotarelo ahondan en el asunto.
¡Sólo la ecología puede parar las guerras! -sonríe-, porque las guerras se hacen por recursos naturales: petróleo, minerales, agua… Y si alguien no respeta la tierra, la naturaleza, tampoco puede respetar los derechos humanos. Todo el mundo tiene derecho a los recursos naturales. La ecología, y sólo la ecología, puede parar las guerras.
El cambio climático provocará violencia. Un estudio dirigido por prestigiosas universidades de EEUU indica que el cambio climático aumentará los crímenes y las guerras, aumentando la violencia a nivel mundial. Las consecuencias del cambio climático serán especialmente dramáticas en las regiones menos responsables de su aceleración.
Una de las lecciones que los halcones norteamericanos aprendieron luego de la derrota sufrida en Vietnam es que el control del frente interno -es decir, la orientación de la opinión pública en la retaguardia- puede llegar a ser tan determinante como la fuerza del aparato militar que se despliegue en el teatro bélico. De ahí que desde entonces la industria cultural estadounidense se haya dedicado -salvo honrosas y marginales excepciones- a “re-educar” a la población para que conciba a las guerras de rapiña que conduce el imperio como heroicas cruzadas destinadas a perseguir a monstruosos terroristas.
Una utopía que podría convertirse rápidamente en realidad, ya que no hay ley natural que lo impida. La decisión se ve dilatada sólo por nuestra infinita estupidez. No existe nada más que la decisión humana, interponiéndose entre la crítica y desastrosa actualidad que vivimos miles de millones de personas y que amenaza a todo ser vivo sobre el planeta, y una realidad totalmente diferente, que podría ser posible.
La necesidad del agua para el planeta, para la sobrevivencia de cualquier tipo de vida pero en especial para el ser humano, plantea la necesidad de garantizar el acceso a toda la humanidad. El agua dulce será el motivo de muchas guerras en el mundo por disputarse su acceso y control.
Las consecuencias médicas y medioambientales de la contaminación por compuestos de uranio constituyen un requisito tanto moral como legal para controlar la exposición al uranio en niveles por debajo de los causantes de muerte o alteraciones patológicas, tanto por su acción inmediata como a largo plazo.