La cultura del humus

"Elaborar humus es esencial para corregir nuestros excesos, nos permitiría combatir con certeza el cambio climático. Pero además, devolviendo materia orgánica a nuestras tierras la hacemos más fértil, más sana, más fuerte frente a plagas, más productiva y desde luego, como nunca debimos olvidar la gente del campo, nos hace más autónomos, nos sitúa al margen -fuera- del modelo criminal de agricultura industrial que la castiga con fertilizantes químicos. Más humus es más soberanía."

La peor empresa del mundo

Desde que se iniciara el campeonato, el trofeo que se otorgará este mes de enero, será el más preciado porque en esta ocasión las seis candidatas que compiten han sido seleccionadas entre las 10 premiadas en años anteriores. Es como si se votara entre los últimos 10 ganadores de la bota de oro futbolera para ver entre todos ellos quien es el mejor entre los mejores. Sí, desde hace unos días está abierta la página web del premio Public Eye Awards que dictaminará cuál es la peor empresa del mundo si las miramos con ojos críticos, con esos ojos que se irritan cuando observan como tan grandes multinacionales se permiten violar repetidamente derechos humanos y laborales; son exitosas en sus operaciones de corrupción; o llevan adelante todo tipo de terribles prácticas que destruyen el medio ambiente.

Cacerías por la tierra

En los últimos años la preocupación por la propiedad de la tierra agraria ha vuelto a lugares destacados de muchas agendas. Desde luego, las de las organizaciones campesinas de los países empobrecidos del Sur, donde el fenómeno de adquisición (a veces compras, a veces alquileres muy largos y a veces por la fuerza) de las mejores tierras fértiles por parte de capitales extranjeros (empresas agroalimentarias, bancos de inversión o también a fondos públicos de países como Japón, China, Emiratos Árabes o Corea del Sur) es tan acelerado como grave en sus consecuencias. La más evidente es también la más sangrante: las gentes locales pierden la capacidad de vivir de sus propias cosechas.

El último retrato

Recién está saliendo el sol y la fotógrafa ya lleva varias horas caminando. Le ha costado más de lo habitual encontrar las escenas de aves despertándose, de lombrices trabajando o de abejas cortejándose que buscaba para su catálogo, pero finalmente ha tenido suerte y ha podido hacer varias tomas en un campo de maíz. Con el macro como objetivo ha captado ese momento mágico en que las hojas verdes sudan, como si la noche hubieran sido largas horas de esfuerzo para ellas. Tomas de perfectas gotitas de agua como una hilera de funambulistas en la cuerda floja. En una de ellas, como un espejo, se ve el rostro reflejado de una abeja a punto de saciar su sed.

Colapso alimentario a la vista

Pescanova, una de las mayores multinacionales de la pesca industrial, ha sido el primer caso que me llevó a plantear, con pocos fundamentos y sólo vagas intuiciones, la tesis –hay quien dice que estrambótica– que advierte que muchas de las grandes corporaciones de la agricultura y la alimentación global e industrializada irán cayendo una tras otra. Los forenses, buscando los porqués, dictaminan como causa de la muerte un colapso financiero, aunque las cifras de venta de la empresa apenas hayan sufrido rasguños. Hoy podemos añadir un segundo cadáver sobre la mesa de disección. Se trata ni más ni menos que de la mayor empresa del mundo en cuanto a exportación de rosas cortadas, una de las divisiones de Karaturi Global Ltd, corporación que, con sede en la India, se ha convertido en el ícono del desembarco de agronegocios en el continente africano.

Los pequeños pueblos son el futuro

Frente a una economía de escala global, donde el precio del pan de Mozambique se decide en las bolsas de Chicago según lo que un instrumento financiero desee ganar, las economías campesinas se ejercen en espacios reducidos, sin salir muy lejos de los propios pueblos. Planteadas a escala local se asegura que sus impactos se viertan sobre el propio territorio, como primer paso para garantizarle autonomía. Una forma de hacer que nos indica la importancia de ‘relocalizar la economía’ generando células completas donde la vida se vive y se reproduce.

Revalorizar la agricultura y la alimentación

Si hubiera nacido diccionario sería un diccionario indignado. La visión capitalista que todo lo inunda ha dejado mis pobres páginas y sus contenidos totalmente maltrechos y corrompidos. Pienso en una de mis palabras: revalorizar. «Este terreno se ha revalorizado», «los índices bursátiles se han revalorizado», etc. son frases donde su uso es frecuente, demostrando que lo que importa es ‘incrementar el valor’, propio de los deseos lucrativos instalados en nuestra sociedad. Y parece que no se estime que revalorizar es también cambiar de valores, o volver a pensarlos.

El problema del campo no es la falta de jóvenes

Txetxu Núñez, ganadero con más de 60 años de juventud acumulada y una larga trayectoria sindical en Euskadi, comparte su punto de vista sobre la situación actual de la agricultura y lo que considera fundamental para favorecer nuevas instalaciones que transformen el mundo rural. Se subrayan a lo largo de su artículo opiniones dadas por personas jóvenes que, siguiendo cursos de formación del sindicato EHNE en Bizkaia, están haciendo de la agricultura su apuesta de futuro.