Adiós a la energía nuclear

El cambio climático y el final del petróleo barato habían venido como anillo al dedo a los partidarios de la opción eléctrica nuclear. Mantenían que ésta era limpia, no emitía CO2, era más barata que la solar y, con las nuevas maneras, bastante segura. Se anunciaba ya una nueva era de renacimiento nuclear. Pero Fukushima ha venido a estropear la fiesta a los pronucleares. En este articulo se demuestra que no es limpia, sí emite CO2, es inconmensurablemente cara, peligrosa y militarista, e implica altisimos riesgos para la salud y el medio ambiente.

Quo vadis Japón? Fukushima supera los niveles radiactivos de Chernobyl

El gobierno de Japón elevó de cinco a siete el nivel de gravedad en las instalaciones nucleares dañadas y destruidas en Fukushima, utilizando el arbitrario dictamen INES (Escala Internacional de Incidentes Nucleares) para medir la gravedad radiológica. Las contradicciones y omisiones oficiales sobre el desastre nuclear japonés nos permitieron indagar el real impacto de los reactores que se hallan en vías de fusión o literalmente colapsados; en notas anteriores anunciábamos que las emisiones radiactivas de Fukushima superaban holgadamente a las de Chernobyl. ¿Nos adelantamos a la decisión oficial que ahora se hizo pública? El síndrome de la evacuación, del gran éxodo, pende sobre un pueblo que ha comenzado a perder su territorio y aparece la pregunta ¿adónde?

Fukushima: un escenario apocalíptico

Si las barras de combustible nuclear ya utilizado arden debido a la falta de refrigeración, el intenso calor producido va a alzar la radiación hasta altas capas de la atmósfera, esparciéndola a lo largo de todo el planeta. Ese es el peor escenario posible, una pesadilla de nubes de material radioactivo inundando durante meses el planeta con toxinas letales para todo tipo de vida.

Fukushima está más cerca de lo que creemos

Japón tiene 55 centrales nucleares, 14 localizadas en la zona afectada por el terremoto y el tsunami. Once enfrentaron problemas y seis sufren situaciones extremadamente graves, en particular Fukushima Daiichi. Para entender porqué Argentina no está exenta de tener un accidente nuclear nivel 7 en la escala INES –el peor posible- y porqué sus ciudadanos no están preparados para enfrentarlo, haremos un breve recorrido por las realidades nucleares de Japón, Alemania y nuestro país. Depender de una tecnología absurdamente cara y peligrosa en lugar de consolidar matrices energéticas variadas y más sustentables es suicida. Japón –víctima de ese suicidio- le acaba de asestar un golpe durísimo al mito nuclear.

Los desastres japoneses. Terremotos, tsunamis, fusiones nucleares

¿Qué pasará si las plantas de energía Dai-ichi y Dai-ni, en la costa de Sendai en la prefectura Fukushima, sufren fusiones nucleares? ¿Diremos shikataganai? ¿O pediremos las cabezas de los planificadores, políticos y mandamases corporativos que hicieron que sucediera? Los sondeos de la opinión pública han mostrado que numerosos japoneses se oponen a la energía nuclear. Un sondeo de Asahi Shinbun de 1999 mostró que un 45% de los japoneses se opone a la energía nuclear y sólo un 32% la apoya. A pesar de la oposición pública y los accidentes de niveles 2, 3 y 4 (en 1995, 1997 y 1999 respectivamente), la dependencia de la energía nuclear aumentó. En 1990, un 9% de la electricidad de Japón fue generada por plantas nucleares, mientras que en 2000 la cifra fue de un 32%.

Japón clava sus garras en la biodiversidad mediante los TLC

Japón está utilizando cada vez más los tratados de libre comercio (TLC) para reforzar el control empresarial sobre las semillas y otras formas de diversidad biológica que son cruciales para la alimentación, la agricultura y la medicina. Dos de esos tratados, concretados este mes con los gobiernos de Chile e Indonesia, pusieron a Japón en la gran liga de las naciones que utilizan los tratados bilaterales de comercio para convertir en cosa del pasado la práctica de guardar la semilla en la finca rural.