Los investigadores descubren cómo la nariz puede detectar el peligro
Los investigadores del Karolinska Institutet han descubierto que nuestro sentido del olfato nos ayuda a detectar y responder a las amenazas. Ser capaz de … Leer Más
Los investigadores del Karolinska Institutet han descubierto que nuestro sentido del olfato nos ayuda a detectar y responder a las amenazas. Ser capaz de … Leer Más
¿Qué nos deparará el futuro? Para escrutarlo, una posibilidad sería observar a la especie humana desde fuera. Por tanto, imagínense que son observadores extraterrestres que están tratando de averiguar qué está sucediendo aquí o, si vamos al caso, imagínense que dentro de cien años son historiadores –asumiendo que haya algún historiador dentro de cien años, lo que no resulta tan obvio- y que están mirando hacia atrás, a lo que está sucediendo hoy en día. Verían algo totalmente increíble. Por primera vez en la historia de la especie humana, hemos desarrollado claramente la capacidad de destruirnos a nosotros mismos. Y así llevamos desde 1945. Es ahora cuando al fin se está reconociendo que hay procesos a más largo plazo, como la destrucción medioambiental, que van en esa misma dirección; quizá no de la destrucción total pero sí al menos hacia la destrucción de la posibilidad de una existencia decente.
Hay delitos vinculados a la minería que por su gravedad son de competencia federal. Tal vez el más emblemático sea el Caso La Alumbrera y el más doloroso sea el Caso Abra Pampa, donde cerca del 80% de los niños sufren graves problemas de salud por la plombemia provocada por los residuos de escoria de plomo causados por una mina cercana. Y es que la explotación de minas a cielo abierto es una fuente inagotable de delitos ambientales y, consecuentemente, contra la administración pública. Tan íntima vinculación surge por dos razones. Detrás de cada delito ambiental hay un funcionario corrupto y, habitualmente, quienes promocionan la industria minera en el ámbito del Poder Ejecutivo son los mismos a los que se les encomienda el control de la contaminación.
A través de la historia de la evolución, millones de especies han desaparecido debido a procesos naturales. En los últimos 300 años, sin embargo, los humanos han multiplicado la tasa de extinción por mil. Para todas las especies naturales, vegetales y animales, vivir constituye un peligro cotidiano, deben cuidarse de sus congéneres, especialmente del más poderoso predador que existe sobre la Tierra: el hombre.
Un reactor nuclear produce energía eléctrica limpia y no empeora el calentamiento terrestre, porque no usa combustible fósil alguno (petróleo ni carbón). Tampoco atenta contra los ecosistemas porque no precisa de embalses de agua para turbinas; menos quema madera. ¿Dónde se encuentra el peligro? De un lado se trata de su estructura; cualquier reactor nuclear constituye una auténtica bomba de tiempo. De otro lado, su basura es el segundo peligro. Ha llegado la hora que el grueso de la humanidad haga sentir su voz unánime de protesta e imponga el: No, a las plantas nucleares, contra el audaz orden establecido, donde primero son los negocios.
Es urgente que todo el mundo perciba que el peligro contra la vida es real e inmediato… que tenemos que movilizarnos y no escatimar esfuerzos para lograr una retirada ordenada del desarrollo económico acelerado hacia un mundo en donde intentar vivir en armonía con Gaia. Por ello tenemos la obligación de profundizar en todo aquello que ponga en peligro a cualquiera y a todas las formas de vida nacidas y desarrolladas en nuestro planeta.
El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de competencia, progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los pueblos, la muerte y la vida misma. El futuro de la humanidad está en peligro y no podemos aceptar que un grupo de gobernantes de países desarrollados quieran definir por todos los países como lo intentaron hacer infructuosamente en la Conferencia de las Partes de Copenhague. Esta decisión nos compete a todos los pueblos.
Hiroshima, Nagasaki, nos recuerdan las atrocidades a las que pueden llegar los conflictos bélicos. Chernóbil, el peligro que entraña el tener acceso a una de las tecnologías más peligrosas que ha creado la humanidad. Ademas la producción de energía nuclear está directamente asociada a otro grave problema que es la minería de uranio. Por otra parte se sabe que los residuos nucleares son materiales altamente peligrosos que emiten una gran cantidad de radioactividad por miles de años. El contacto con estos por parte de cualquier ser vivo resulta letal. Los desechos nucleares son uno de los problemas más serios y no existen aun soluciones aceptables conocidas hasta la fecha.
La disputa sobre el cambio climático no sólo es una batalla entre ricos y pobres: ilustra la futilidad de la obsesión del crecimiento económico. El imperialismo ecológico –el crecimiento del centro del sistema a tasas insostenibles, mediante la exhaustiva degradación ecológica de la periferia– está generando ahora un conjunto de contradicciones ecológicas a escala planetaria que ponen en peligro la biosfera en su conjunto
Dos grados son los aceptados generalmente como el umbral para un cambio climático peligroso. En el 2007 Mark Lynas reunió las investigaciones científicas disponibles para calcular que pasaria si las temperaturas superasen en tres el límite de peligrosidad. Su veredicto fue que se “catapultaría el planeta a un estado invernadero extremo como no se ha visto en casi 100 millones de años, cuando los dinosaurios pastaban en bosques polares y los desiertos se extendían hasta el corazón de Europa. Causaría la extinción en masa de prácticamente toda la vida animal existente y probablemente reduciría a la humanidad a un pequeño grupo de supervivientes en liza contra el entorno y entre ellos mismos por sobrevivir cerca de los polos.”
Las fuertes campañas de un número cada vez mayor de ONGs y organizaciones de pueblos indígenas han planteado los peligros que representan los árboles genéticamente modificados para la diversidad biológica de los bosques. El CDB se ocupó de este problema y decidió que era necesario tomar medidas precautorias antes de autorizar la introducción de dichos árboles en el ambiente. Un artículo recientemente publicado por cuatro científicos que están a favor de los árboles transgénicos muestra cuán anticientíficos pueden llegar a ser algunos con tal de defender sus argumentos.
El Salar de “Los Canos” o de Vera, con más de 100 hectáreas de extensión, constituye uno de los aguazales de importancia internacional, tanto por su flora, como por su fauna en el sudeste de la peninsula ibérica. Pese a la biodiversidad que alberga no mantiene ningún estatus legal de protección, cuestión que ha sido denunciada reiteradamente por movimientos ecologistas, ambientalistas y científicos.
Los empastes dentales de amalgama, también llamados amalgama “de plata”, se siguen poniendo, en las bocas de muchas personas, a pesar de que diversos informes científicos nos vienen adviertiendo de su peligro. Este tipo de empastes dentales son de color gris-plateado y contienen un 50% de mercurio; siendo el mercurio el más pernicioso de los metales pesados y el material más tóxico después de los materiales radiactivos.
La Asamblea Ciudadana por la Vida y la Salud exige que se frene inmediatamente la construcción del mega puerto de Cargill y que se realice un estudio de monitoreo ambiental para medir la situación actual de degradación ambiental de la zona. El puerto de Cargill es la infraestructura necesaria para impulsar más deforestación, destrucción y fragmentación de hábitats y expulsión de la población rural.