La tecnología ayuda a evitar la contaminación producida por los desplazamientos

La reducción de las emisiones de CO₂ es clave, pero la tecnología no está exenta de contaminar

Los avances en la tecnología promovieron notablemente el teletrabajo, una modalidad que no era muy común en muchos países y sectores, más allá de algunos casos relacionados con la conciliación de la vida familiar y laboral o determinadas circunstancias particulares. Sin embargo, su uso se ha ido generalizando durante los últimos tiempos. 

El teletrabajo ha provocado un impacto en diversas variables, desde el ahorro de costes para muchas empresas y particulares, hasta una disminución de la contaminación, especialmente en centros urbanos. Vamos a centrarnos en este segundo punto. La reducción de los desplazamientos, del hogar al puesto de trabajo y a la inversa, así como a los diferentes puntos de reunión (muy habitual en labores comerciales) se sustituyó por un uso de la tecnología para seguir trabajando, mediante intranets, entornos digitales o videoconferencias. Eso ha provocado una disminución del uso del vehículo privado, altamente contaminante, con la correspondiente caída en la emisión de gases.

Diversas cifras señalan el impacto a evitar

Por poner un ejemplo, España sufrió una caída de un 32% en los GEI a principios de 2020, respecto a los datos de 2019. Por GEI entendemos los gases de efecto invernadero, entre los que destaca el dióxido de carbono (CO₂), en los que tienen una gran responsabilidad los medios de transporte. Incluso en 2021, con una situación más normalizada, la media de viajes de trabajo ha sufrido una notable reducción del 26%. Es por ello por lo que muchas asociaciones ecologistas están pidiendo que se fomente el teletrabajo, acompañándolo, incluso, de incentivos fiscales.

Evidentemente, la contaminación no viene solo por los desplazamientos en vehículos privados o de empresa, sin embargo, su impacto es lo suficientemente sensible como para que sea tenido muy en cuenta. Según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, teletrabajar entre dos y cuatro días a la semana, permitiría reducir los niveles de dióxido de nitrógeno entre un 4 y un 10%, mejorando así la calidad del aire, especialmente en ciudades, algo de gran importancia, habida cuenta del empeoramiento progresivo de este indicador.

La tecnología también está ahorrando algunos desplazamientos en el apartado del ocio. Lo primero que nos viene a la mente son las plataformas de streaming, las cuales se enfrentan a la experiencia de los cines para llevar el entretenimiento audiovisual a los salones de nuestras casas, pero esta es la punta del iceberg. Incluso el aprendizaje de materias lúdicas puede hacerse a través de la web, como ha pasado con el popular chef Gordon Ramsay quien comparte sus conocimientos del mundo de la cocina en su Masterclass, o como ocurrió con el jugador profesional de poker Felix Schneiders y sus contribuciones a una escuela online sobre la materia, llamada IntelliPoker. Incluso para los deportes físicos podemos encontrar diversos entrenadores y celebridades que comparten remotamente sus rutinas para que podamos ejercitarnos en casa.

No todo son buenas noticias

Cabe señalar que el uso de Internet, vital para el teletrabajo y el ocio desde casa, tampoco está exento de emitir CO₂, así como de consumir recursos finitos. Como ya indicamos hace algún tiempo, la electricidad necesaria para disfrutar de esta tecnología no deja de representar una forma de contaminación que contribuye al cambio climático, debido a su dependencia de los combustibles fósiles. De hecho, hoy en día, Internet podría representar el 2% de las emisiones globales de CO₂a nivel mundial. Y, como podemos suponer, su crecimiento va a ser sostenido, que no sostenible, a menos que tomemos medidas.

Una de las más necesarias sería la de apostar por las energías renovables, ya que podríamos disponer de una electricidad más limpia, que permitiese tener lo mejor de la tecnología sin tener que pagar el peaje del consumo de combustibles fósiles y el aumento de la contaminación. Esa es una decisión que deben tomar los estados, pero que se debe fomentar desde todos los ámbitos.