La disputa comenzó hace 15 años atrás cuando la pareja comenzó a criar perros mastines para cuidar a sus ovejas de los posibles depredadores.
Los ladridos resultaron molestos para los vecinos y allá por 2004 la pareja tuvo la primer citación del condado por violar un código sobre molestias públicas “permitiendo que dos de sus perros ladraran con frecuencia y de manera extensa”.
Szwec se defendió argumentando que el reglamento no aplicaba para granjas ya que allí habitan muchos otros animales.
Este razonamiento no fue suficiente para la Corte de Circuito del Condado de Jackson que rechazó el argumento, alegando que la propiedad no era una granja. La Corte ordenó a Swec pagar 400 dólares y trasladar a los mastines a otra área, pero esta orden no se cumplió.
En 2012, una nueva demanda reclamaba que las medidas adoptadas eran insuficientes y que el número de mastines era de al menos 6, los ladridos se habían multiplicado, eran descontrolados y en horarios de madrugada. Finalmente, se presentó una demanda colectiva contra los perros de pastoreo.
En abril de 2015, un jurado ordenó a Szewc y Updegraff pagar 238.000 dólares en daños a los demandantes. Al mismo tiempo el juez Timothy Gerking estableció que se debía trasladar a los perros, ya que sus dueños no habían tomado alguna medida contra los ladridos como collares de choque.
Finalmente, hace unos días tres jueces del Tribunal de Apelaciones de Oregón tomaron la decisión de operar a los perros para quitarles las cuerdas vocales, tras confirmar que los dueños no estaban administrando una granja. Karen y John deberán pagar por la cirugía.
El caso ha dividido a la opinión pública y desde luego, no faltan las reacciones de los defensores de los animales ante tan drástica decisión por parte de la justicia. Después de todo serán los perros quienes sufren las consecuencias sin ser conscientes de los conflictos entre vecinos y lo que su respuesta instintiva natural está causando.
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