Por M. Núñez y C. Navarro
Esta baya exquisita es poco habitual en nuestra cocina, pero es tal vez el alimento más antioxidante, protege de las infecciones y mejora la circulación
El arándano se considera una baya típica de Norteamérica y los países nórdicos europeos. Sin embargo, los niños del norte de la península Ibérica tienen su primer contacto con esta fruta, de sorprendente color azul oscuro y delicioso sabor dulce con un punto ácido, en sus paseos veraniegos por la montaña.
El arándano europeo o mirtilo es pequeño y oscuro, y su pulpa es azulada, mientras que el que viene de Estados Unidos la tiene verdosa y brillante.
También existen variedades rojas. El arándano rojo que se suele comercializar seco o en extracto con fines medicinales procede de Estados Unidos, donde se conoce como cranberry. Estos arándanos, al ser muy ácidos, apenas se consumen frescos.
El color de la salud
El arándano es una falsa baya con una corona en el extremo. Entre julio y septiembre está listo para ser recogido.
Los componentes más destacados de los arándanos son las antocianinas que les dan color. Se hallan en mayor proporción en los arándanos silvestres de pulpa oscura y poseen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Si se consumen en cantidades suficientes reducen el riesgo de sufrir una variedad de enfermedades al contrarrestar el efecto de los radicales libres. Las propiedades del arándano parecen beneficiar sobre todo al cerebro. Varios estudios indican que su consumo habitual hace más lento el declive cognitivo asociado al Alzheimer y otras enfermedades degenerativas.
Freno a las infecciones
Una indicación tradicional del arándano que los estudios científicos han confirmado es la prevención y el tratamiento de infecciones urinarias. Los indígenas americanos ya los usaban con este fin. Al parecer actúan mediante un doble efecto. Por una parte, la abundancia de ácidos orgánicos aumenta la acidez de la orina e impide la proliferación de bacterias. Por otra, los flavonoides desinflaman las paredes venosas e impiden que los microorganismos se adhieran y se multipliquen.
También actúan contra las infecciones digestivas.
Buenos para la circulación
Otros estudios señalan su eficacia para bajar la hipertensión, reducir los triglicéridos, aumentar el colesterol «bueno» y prevenir la oxidación del «malo». Estos efectos ayudan a prevenir las enfermedades circulatorias (varices, trombos…) y del corazón.
Investigaciones de laboratorio indican que los arándanos pueden prevenir y mejorar la degeneración macular y otros problemas de ojos.
En medicina popular se usan las hojas en infusión para diversos trastornos digestivos, infecciones y afecciones de la piel. También se han empleado en la diabetes, la artritis y el ácido úrico. Sin embargo, la riqueza en taninos de las hojas puede dificultar la absorción de nutrientes, especialmente del hierro.
Si en lugar de recurrir a la fruta o las hojas se opta por extractos en forma de cápsula o pastilla, conviene que contengan un 25% de antocianinas como mínimo (en los tratamientos se toman unos 350 mg diarios, divididos en tres dosis).
Las propiedades del arándano azul y el rojo son las mismas. En poder antioxidante gana el rojo, pero no tiene un componente específico, sino proporciones diferentes de antocianinas.
Exquisitez veraniega
En el mercado es posible hallar arándanos azules frescos de junio a diciembre y suelen presentarse en bandejitas. Además de frescos, se encuentran congelados, desecados, envasados, prensados, en zumo o gelatina.
Los arándanos suelen tomarse de postre, ya sea como fruta de mesa o acompañados de yogur o queso fresco. Otro uso típico es como ingrediente de jaleas y mermeladas, por su gran capacidad gelificante. También se pueden incluir en ensaladas, cremas de zanahoria o calabaza o en platos de pasta.
M. Núñez y C. Navarro (salud)
Montse Tàpia (cocina)