Chile se asoció con una de las empresas tecnológicas más influyentes del mundo para implementar una infraestructura de telecomunicaciones submarina, pero la iniciativa responde a la demanda de conectividad entre América Latina y el área Asia-Pacífico, en un contexto global marcado por el auge digital y la competencia tecnológica.
En este acuerdo firmado entre el Estado chileno y Google, se sientan las bases para el desarrollo de un cable de fibra óptica de ultra alta capacidad que cruzará el océano Pacífico Sur. Sin embargo, se trata de una infraestructura crítica que transformará la forma en que Chile y países vecinos intercambian datos con el otro extremo del mundo.
En cuanto a esta colaboración, hay que mencionar que se trata de algo público-privado que materializa una visión de largo plazo, posicionar a Chile como un centro de conexión internacional capaz de integrar sus redes con el mercado asiáticos, donde se encuentran algunos de sus principales socios comerciales.
El sistema de conectividad desde Valparaíso a Sidney
En este plan es necesario tener en cuenta el despliegue de un cable submarino de 14.800 kilómetros que conectará la ciudad de Valparaíso, en la costa central chilena, con Sidney, en Australia, atravesando la Polinesia Francesa.
Cabe mencionar que el sistema permitirá transmitir datos a velocidades de hasta 144 terabytes por segundo, la ruta oceánica no solo será expuesta a frecuentes movimientos sísmicos y otras amenazas naturales que podrían afectar sus actuales enlaces con América del Norte.
Asimismo, de acuerdo con el cronograma presentado por las autoridades, la instalación del cable comenzará en 2026 y se prevé que entre en funcionamiento a comienzos de 2027, la vida útil estimada del sistema es de 25 años.
Un proyecto pensado para usuarios en la parte tecnológica
Si bien en la parte tecnológica Google lidera, el diseño del proyecto incluye que el cable pueda ser utilizado también por otras empresas del sector, compañías de telecomunicaciones, servicios digitales y centros de datos que operen en Chile o en países con los que se establecerá conectividad.
El director de infraestructura de Google en Latinoamérica, Cristian Ramos, destacó que el objetivo es crear una vía de datos abierta que facilite la transferencia eficiente de información para distintos sectores de la economía.
Las estaciones de aterrizaje, tanto en Chile como en Oceanía, se construirán con capacidad compartida y permitirán integrar a múltiples actores interesados en mejorar sus redes con baja latencia y alta seguridad.
Inversión, cronograma y alcance técnico del cable
Los datos revelados es que el costo estimado del proyecto se sitúa entre los 300 y 550 millones de dólares, aunque Google no reveló cifras oficiales. En ese sentido, el Estado chileno, a través de su empresa pública Desarrollo País, aportará alrededor de 25 millones de dólares.
Además del tendido del cable, se desarrollarán estaciones de conexión en tierra, sistemas de monitoreo y rutas terrestres complementarias. Una de ellas contempla unir Valparaíso con la frontera argentina, lo que permitirá extender la conectividad al Atlántico.
Cabe mencionar que la comercialización de la capacidad del cable está aún por definirse, en donde pronto se abrirá una convocatoria para elegir a la empresa operadora encargada de gestionar los servicios de transmisión de datos.
Ventajas que podrían obtener estos sectores claves de Chile: minería, astronomía y redes sociales
Ante este nuevo plan, también habrá quienes se vean beneficiados de manera directa de esta nueva conexión, en donde destacan empresas mineras con operaciones tanto en Chile como en Australia. La baja latencia permitirá sincronizar centros de comando a distancia y optimizar la gestión de recursos en ambos países.
Además, el cable facilitará el intercambio de grandes cantidades de información astronómica, un campo en el que Chile tiene una participación destacada a nivel mundial, marcando que la transferencia de datos científicos a Asia podrá hacerse en menor tiempo y con más estabilidad.
Otra consecuencia esperada es la mejora en el rendimiento de aplicaciones y plataformas sociales populares en Asia, como TikTok, cuyo tráfico podría fluir con menor congestión hacia la región.
