Para Estados Unidos, Coca-Cola confirmó que, a finales de este año, ofrecerá una edición elaborada con azúcar de caña, una alternativa al tradicional jarabe de maíz de alta fructosa que domina su producción local desde hace décadas pero esta novedad responde tanto a un plan de innovación de la compañía como a un inusual impulso político.
Una receta renovada para el mercado de Estados Unidos
La compañía con sede en Atlanta anunció esta decisión en su reporte del segundo trimestre, sorprendiendo a consumidores y productores. Según el comunicado, “como parte de nuestro programa de innovación constante, en otoño en Estados Unidos, el grupo pretende lanzar un producto que contenga azúcar de caña estadounidense para ampliar su gama de productos bajo la marca registrada Coca-Cola”.
La noticia se difundió justo después de que el expresidente Donald Trump publicara en Truth Social que había dialogado con la multinacional para lograr esta modificación. “He hablado con Coca-Cola sobre el uso de azúcar de caña REAL en la Coca-Cola en Estados Unidos, y han accedido”, escribió Trump, asegurando que se trata de una mejora para su bebida favorita.
Desde la empresa, además de confirmar la iniciativa, agradecieron el entusiasmo de Trump por la icónica marca, adelantando que pronto llegarán más innovaciones para adaptarse a nuevos gustos y exigencias del público norteamericano.
Del jarabe de maíz a la caña de azúcar
Durante décadas, la fórmula de la Coca-Cola en Estados Unidos dependía casi por completo del jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), un endulzante extendido en la industria alimentaria desde los años setenta pero esta sustitución se debió, en gran parte, a los subsidios federales al maíz y a los altos aranceles impuestos al azúcar de caña importada, lo que encarecía su uso para la fabricación de refrescos.
A nivel nutricional, diversos estudios compararon ambos ingredientes pero en 2022, investigaciones clínicas no detectaron diferencias entre la sacarosa y el JMAF respecto al aumento de peso o riesgos cardíacos. Sin embargo, sí se identificó un leve incremento de un marcador inflamatorio en personas que consumen bebidas endulzadas con jarabe de maíz.
No es un secreto que muchos consumidores estadounidenses buscan alternativas. Por eso, no es raro encontrar en tiendas especializadas la Coca-Cola mexicana, elaborada con caña de azúcar, que suele venderse a precios más altos debido a la percepción de mejor sabor y calidad más “natural”.
El objetivo de Trump para con la empresa de gaseosas
El anuncio de Trump, que es consumidor de la Coca-Cola Light, la versión baja en calorías endulzada con aspartamo, compuesto que la Organización Mundial de la Salud considera “posiblemente cancerígeno”, celebró el cambio como un logro personal.
A la par, los productores de maíz estadounidense reaccionaron con cautela pero el director ejecutivo de Coca-Cola, James Quincey, intentó tranquilizarlos declarando que “vamos a seguir usando mucho del jarabe de maíz que ahora utilizamos”, asegurando que la nueva versión no sustituirá la receta tradicional.
De momento el objetivo, es ampliar la oferta y atender a nichos específicos del mercado pero mientras tanto, el gigante de las bebidas superó las previsiones de Wall Street en el segundo trimestre (Coca Cola y Pepsi, peores que el tabaco), con ingresos de 12.530 millones de dólares y una ganancia neta de 3.810 millones.
En este sentido, la empresa confía en mantener este impulso durante el resto del año, a pesar de los efectos cambiarios y la polémica con sus proveedores locales. Esta novedad responde tanto a un plan de innovación de la compañía como a un inusual impulso político que la puso en la agenda pública pero, la marca busca reforzar su imagen y abrir nuevas líneas de mercado sin abandonar su fórmula clásica.