En el último tiempo, la reputación financiera de Estados Unidos se encontró con que la agencia Moody’s tomó la decisión de rebajar la nota crediticia del país por debajo del nivel más alto que solía ostentar, pasando de Aaa a Aa1, esto impacta en la imagen de solidez económica que Washington proyectaba desde hace décadas.
A partir de ahora, el país norteamericano no posee la máxima calificación crediticia entre las tres principales agencias globales. S&P fue la primera en degradar su nota en 2011, seguida por Fitch en 2023, pero en el caso de la medida de la agencia Moody’s cierra un ciclo de desconfianza institucional en la política fiscal del país, que sigue sin encontrar rumbo claro para controlar el déficit ni frenar el crecimiento de la deuda.
De todas formas, la evacuación de Moody’s concedió con el fracaso de una votación importante en el Congreso para impulsar un megaproyecto fiscal que fue promovido por el presidente estadounidense Donald Trump, lo que sostiene la percepción de parálisis legislativa en temas presupuestarios.
La decisión de Moody’s se apoya indicadores concretos
En este aspecto, el país experimenta un progreso aumento de su deuda pública, acompañada por un crecimiento sostenido en los costos de los intereses. Este fenómeno se llevó a cabo a lo largo de más de una década, afectando seriamente la sostenibilidad financiera del gobierno federal.
La calificadora sostiene que la inacción política y la falta de consenso entre las distintas administraciones y el Congreso impiden revertir el rumbo de los abultados déficits fiscales. Por ese motivo, Moody’s anticipa que estos podrían alcanzar hasta el 9% del PIB en 2035, muy por encima del 6,4% registrado el año pasado.
A pesar del tamaño y dinamismo de la economía estadounidense, los fundamentos fiscales ya no logran equilibrar el peso del endeudamiento. Sin embargo, la agencia sostiene que las actuales propuestas fiscales no resultarán en una reducción significativa del gasto ni del déficit a mediano plazo.
El anuncio no pasó desapercibido para los inversores en el mercado
De manera inmediata, después de conocerse la rebaja, los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense experimentaron un leve aumento. Sin embargo, el bono a 10 años subió 0,03 puntos porcentuales hasta el 4,48%, reflejando una baja en el precio de estos instrumentos financieros.
Cabe mencionar que este tipo de movimientos puede parecer técnico, pero tiene efectos prácticos de gran alcance, dentro de una menor calificación crediticia implica que el gobierno deberá pagar más intereses para atraer a los compradores de deuda.
A largo plazo, esto se traduce en un mayor costo de financiamiento y presión adicional sobre las cuentas públicas. Según expertos como Andy Brenner, de NatAlliance Securities, señalan que el principal problema actual no son factores externos como los aranceles, sino la incapacidad del Congreso para acordar una estrategia coherente frente al déficit.
Los mercados, los inversores y las instituciones comienzan a ajustar
Esta medida tomada por la agencia quiebra por completo la racha que Estados Unidos mantenía como el único país con nota perfecta entre las tres agencias líderes. Por primera vez en más de un siglo, el país pierde ese estatus, lo que representa un duro golpe para la narrativa oficial de fortaleza económica.
Asimismo, aunque la perspectiva cambió de negativa a estable, lo que sugiere que no se prevén más recortes en el corto plazo, la advertencia es que si no se implementan reformas estructurales, el deterioro puede continuar.
Cabe mencionar que desde la creación de agencias calificadoras modernas, el país mantenía cierta posición privilegiada entre las economías más solventes del planeta pero ante este cambio los mercados, los inversores y las instituciones comienzan a ajustar sus expectativas frente a una potencia que enfrenta desafíos fiscales.