A veces basta una frase para desactivar un debate que empieza a calentarse; al menos eso intentó hacer la presidenta Claudia Sheinbaum en su conferencia, cuando la discusión sobre los nuevos aranceles ya había generado ruido fuera y dentro del país. El tema no era menor para los empresarios inquietos, socios comerciales atentos y miles de productos que cambiarían de régimen, pero la presidenta, fiel a su estilo directo, trató de acomodar las piezas desde temprano.
El mensaje que buscó mandar el Gobierno
En su conferencia matutina, Sheinbaum entró al tema que muchos estaban esperando, pero explicó que los aranceles aprobados en la Cámara de Diputados buscan reforzar la producción hecha en México, sobre todo en sectores que vienen golpeados desde la pandemia, remarcando que la idea es evitar que importaciones demasiado baratas sigan desplazando a los productores locales.
Una versión más llana sería como cuidar lo que se fabrica aquí para que no desaparezca, siendo que aquí, la líder indicó: «No es China, no es dirigido a China. Eso es muy importante aclarar». Según la presidenta, la medida se aplica únicamente a países con los que México no tiene Tratado de Libre Comercio; esto lo repitió varias veces, como quien quiere evitar que el mensaje se distorsione en el camino.
Hay que tener en cuenta que desde Beijing no dejaron pasar el tema, porque el Ministerio de Comercio de China avisó muy temprano que seguiría «de cerca» las medidas mexicanas y que podrían «socavar sustancialmente» los intereses de su comercio exterior.
¿Qué aprobó exactamente el Senado sobre aranceles?
La votación en el Senado fue: 76 votos a favor, 5 en contra y 35 abstenciones, pero con eso quedó autorizado el decreto que modifica la Tarifa de los Impuestos Generales de Importación y Exportación, pero este quiere decir que 1463 productos de industrias tan distintas como autopartes, textiles, plástico, calzado, juguetes o electrodomésticos tendrán nuevos aranceles a partir del 1 de enero de 2026.
La lista es larga y, para algunos sectores, incómoda: 141 productos de autopartes, 13 de autos ligeros, 308 de vestido, 79 de plásticos, 248 de siderúrgicos, 18 electrodomésticos, 37 juguetes, 398 textiles, 28 muebles, 49 calzado, 18 marroquinería, 47 papel y cartón, 8 motocicletas, 21 aluminio, 1 de remolques, 25 vidrio y 24 de jabones, perfumes y cosméticos.
Asimismo, la mandataria mexicana explicó que la propuesta original era mucho más dura, pero se suavizó después de reuniones con empresas mexicanas e internacionales asentadas en el país, siendo que también hubo comunicación directa con Corea del Sur y China para explicar el alcance técnico. «Nuestro embajador estuvo muy activo», comentó.
Proteger sin romper relaciones: eso quiere Sheinbaum
En esta oportunidad, la presidenta insistió en que la lógica detrás de todo esto forma parte del llamado «Plan México», que aspira a fortalecer cadenas productivas locales; tras eso puso como ejemplo el sector textil, donde miles de pequeños negocios no lograron levantarse después de la pandemia.
Cabe mencionar que muchos fueron sustituidos por importaciones baratas y, según dijo, esta es la oportunidad de reconstruirlos. En ese sentido, el Gobierno también mira a la industria automotriz, donde conviven empresas estadounidenses, japonesas y coreanas con proveedores locales. Por eso, cualquier modificación debía evitar sacudir demasiado una infraestructura que funciona como un gran engranaje; de ahí surge la insistencia de negociar.
Para evitar malentendidos, el canciller Marcelo Ebrard dará informes adicionales y mantendrá conversaciones con los países involucrados. «Siempre va a haber nuestra buena voluntad para tener mesas de trabajo», aseguró la mandataria, insistiendo en que los aranceles no buscan abrir un conflicto con China ni con ningún otro país. Esto se da meses después de la amenaza de Trump, en donde indicó que los aranceles del 100% a China lo «obligaron a hacerlo».