Nuestro planeta está en crisis, y por desgracia, es culpa de nuestra ambición humana. Hemos sido responsable de todo el daño ecológico que vemos actualmente, desde sequías, inundaciones, terremotos, cada año nuevos fenómenos naturales, nos recuerdan su poder. Y ahora, quieren destruir uno de los pocos pulmones naturales que nos quedan.
¿Vale la pena el precio de explotar nuestros recursos naturales por la ambición?
Dinero, expansión y crecimiento es lo que hemos visto durante décadas, pero ¿A qué costo? Muchas regiones naturales están a punto de desaparecer. La «fiebre del oro negro», que jamás deberíamos volver a extraer, nos ha dejado con regiones sedientas y en problemas, pero la ambición es más fuerte.
Hay un costo oculto del oro negro en la Amazonía: un pulmón natural del planeta. La Amazonía es una reserva natural y única, que puede llegar a convertirse en una frontera desolada y energética. Todo gracias a que, encontraron algo temido por la naturaleza, pero querido por la ambición.
El petróleo en la Amazonía, se encuentra entre Guyana y Surinam. Se estima que alberga al menos 5 300 millones de barriles de petróleo de los 25 000 millones descubiertos a nivel mundial. Por supuesto, su capacidad llama la atención de líderes extranjeros que quieren acabar con todo.
Muchas transnacionales llegan con la promesa de potenciar la energía, pero el costo es superior y no en lo económico. El impacto social y ambiental nos puede costar mucho más que dinero. Hablamos de una reserva natural, que podría quedar devastada por completo.
¿Qué pasará con las tierras naturales de fauna, flora e indígenas?
La expansión petrolera en la Amazonía no solo amenaza la biodiversidad, sino que invade territorios protegidos y comunidades ancestrales. En la actualidad, 81 bloques con concesiones se superponen con 441 tierras indígenas y 38 invaden 61 áreas naturales de conservación.
Por ejemplo, en Guyana, el 90 % del territorio aún está cubierto por selva amazónica, pero las nuevas empresas están comenzando a transformarlo en un escenario de extracción. En Ecuador y Perú, afectan los cientos de derrames petroleros, contaminación de ríos y suelos, enfermedades en comunidades.
A pesar de las millonarias ganancias para las compañías, la región pocas veces ve beneficios reales. En lugar de desarrollo, las regalías suelen acentuar más la desigualdad, especialmente en pueblos indígenas, donde la falta de servicios básicos como salud y educación es preocupante.
¿Desarrollo o destrucción por ambición? Una controversia que tenemos que decidir para nuestro futuro en la Tierra
Si queremos permanecer por más tiempo, ¿Qué estamos haciendo? ¿Acaso nuestra ambición es más poderosa que las ganas de sobrevivir? Los cambios se están viendo desde ya con el cambio climático y sequías. De hecho, la NASA ha advertido que lo peor no es la sequía, sino esto que viene con ella.
Los defensores de la explotación petrolera en la Amazonía, dicen que es una fuente de empleo y progreso. Aunque, las cifras indican lo contrario. En Ecuador, se ha producido petróleo durante décadas y, aunque representa más del 7 % de su PIB, el país sufre constantes derrames y daños ambientales.
En el caso de Perú, acumulan más de 88 multas por daños ambientales. Lo más preocupante es que muchas de estas regiones, a pesar de ser productoras clave, enfrentan pobreza extrema y abandono estatal. Así que, aunque genere empleo y ganancias, no significa que les corresponda a los locales.
Y no es todo, en cuanto al cambio climático, los derrames y la deforestación aceleran el calentamiento global. Además, los ecosistemas amazónicos son bastante frágiles para soportar tanta industria y procesos de extracciones, esto afecta a la flora y fauna de la región.
Entonces, ¿Vale la pena la ambición del auge petrolero en la Amazonía? Estamos sacrificando nuestra reserva de vida del planeta por una fuente de energía, pero ¿Qué haremos con esa energía si a largo plazo no podremos nos quedemos sin planeta? Hay que tomar decisiones y estrategias si queremos revertir todo esto.