¿Alguna vez has pensado a fondo en todas las consecuencias de los apagones en el Metro? El Metro de la Ciudad de México es la pieza central que permite que millones de personas se muevan todos los días. Cuando deja de funcionar, el caos se desata de inmediato y paraliza a toda la capital y lamentablemente, uno de los problemas más comunes y que más nos desespera es la electricidad inestable. Aunque el Metro diga que los apagones son por «causas externas», es la señal más clara de que todos los cables y equipos eléctricos de la red necesitan un arreglo urgente y profundo.
La realidad de los apagones
La triste realidad es que estos apagones detienen por completo la circulación, hacen que tengan que bajar a la gente de los trenes y hacen que el tiempo que pasas viajando se duplique, dejándote varado o, incluso, caminando por los túneles. Este problema es constante y ya no se trata solo de que un tren se descomponga, sino de que toda la infraestructura eléctrica es muy vieja y ya no aguanta la cantidad de energía que se necesita hoy.
La consecuencia directa es que, si hay un cambio de energía o un pico de consumo, el servicio se detiene, y todos nos frustramos. Pero aquí, la gran pregunta que todos se hacen es ¿por qué pasa esto tantas veces? Es una mala noticia, pero es verdad que los problemas eléctricos se han vuelto la peor pesadilla para la operación del Metro.
Un caos casi inevitable
La prueba más reciente de esta vulnerabilidad se vivió el 2 de diciembre, cuando la Línea B sufrió un apagón total cerca de las 6:00 de la mañana. Esto provocó una «marcha lenta» que duró horas, saturando por completo las estaciones. Aunque el Metro confirmó que se hizo una «revisión urgente al sistema eléctrico» para normalizar el servicio, otras líneas, como la Línea 8 y la 9, también reportaron alta demanda y retrasos.
El impacto de las fallas eléctricas se siente como un efecto dominó que recorre toda la red, pues cuando una línea se detiene por un apagón, el retraso no termina ahí, sino que rápidamente provoca que se acumulen aglomeraciones. Los pasajeros se sienten frustrados y abandonados al ver que el problema eléctrico, que es la raíz del caos, no se soluciona de forma definitiva y se suma a la decepción por la llegada de nuevas multas.
Hay que hacer algo rápido
Aunque el STC se esfuerza en resolver los problemas técnicos del momento, la solución real pasa por la renovación integral de su infraestructura eléctrica. Es cierto que la Línea 1 se está modernizando, pero la mayor parte de la red sigue usando componentes muy viejos que se dañan fácilmente por fallas externas, por la humedad o cuando hay mucha demanda de energía.
Incidentes como el de la Línea B nos demuestran que el sistema que alimenta de electricidad a los trenes es el punto más débil. Como no tiene capacidad para manejar los cambios en el suministro, esto se convierte en un caos diario para ti, el pasajero. Invertir dinero en modernizar los sistemas de energía no es solo arreglar cables; es invertir en la seguridad y en darle muchos más años de vida útil a toda la red del Metro.
No podemos negar que los apagones recurrentes en el Metro de la CDMX son mucho más que simples retrasos, son la señal de la urgente necesidad de una renovación eléctrica integral. Mientras el Metro siga dependiendo de estos sistemas tan débiles, el costo del caos y la falta de servicio lo seguirá pagando el ciudadano que usa este transporte público todos los días. La estabilidad del Metro es indispensable para que la vida en la capital funcione y, sobre todo, para que millones de usuarios puedan recuperar la confianza, la funcionalidad y la tranquilidad. Y si quieres conocer más noticias como esta acá te contamos que hay nuevas reglas en CDMX.