México está en una crisis de energía, con apagones frecuentes y una alta dependencia de los combustibles que tanto contaminan nuestro planeta, pero la buena noticia es que la CFE no va quedarse de brazos cruzados y hará todo lo posible por mejorar esta situación. Pero el gran dilema es que, para poder solucionar esto, se necesita comenzar a utilizar la famosa “energía del átomo” una energía con mucho potencial, utilizada por muchos países, pero que México ha ido dejando de lado. Acá te contamos los detalles.
Una energía que México dejó de lado
Seguramente ya has escuchado hablar de la energía de Homero Simpsons, la famosa energía nuclear, limpia, constante y que funciona tanto de día como de noche. Usarla ayudaría a la CFE a tener mejores finanzas y a cubrir la enorme cantidad de luz que necesita México, pero el gran problema no es el dinero ni la tecnología, sino el miedo y los prejuicios que existen sobre la energía nuclear.
Para crecer, el país debe decidir si enfrenta esos miedos o si sigue con fuentes caras que causan apagones. La CFE solo podrá acabar con los apagones si usa más la energía nuclear, sin embargo, este es el mayor dilema, pues la única planta que existe tiene serios problemas de seguridad que la CFE ha ignorado. México tiene que decidir si el riesgo de esa planta es demasiado grande para apostar por un futuro atómico.
Los miedos son para vencerse
Hoy, la CFE tiene un gran reto: proveer suficiente energía eléctrica, limpia y constante, a un costo bajo para los nuevos proyectos industriales. Los expertos dicen que para lograrlo, México debe usar fuentes de energía más competitivas que los combustibles fósiles, sobre todo ahora que están comprometidos con el planeta. La energía nuclear es una de esas opciones, ya que sus costos son más bajos a largo plazo, lo que ayudaría a la CFE a reducir su enorme deuda.
El país necesita superar sus temores y prejuicios para avanzar en el desarrollo de tecnología y patentes propias, sin embargo, en México, la política energética ha optado por fuentes hidráulicas y solares, que no podemos negar que son buenas, pero no son suficientes para funcionar ininterrumpidamente las 24 horas del día, los siete días de la semana, como sí lo hace la energía nuclear.
El problema más grave es la única planta es la de Laguna Verde, en Veracruz. En los últimos años, el gobierno ha renovado la licencia de operación de sus dos reactores por un tiempo inusual de 30 años más (para que operen un total de 60 años). Esta decisión se tomó a pesar de las graves advertencias de misiones internacionales de la OIEA.
Una verdadera bomba de tiempo
El peligro de la planta de Laguna Verde va más allá del mantenimiento, ya que el país no tiene un lugar seguro para guardar la basura nuclear (los desechos radiactivos). El combustible que se usa ya está almacenado dentro de la misma planta, en unas piscinas que han tenido que ampliar. Esto es como tener una «bomba de tiempo» ambiental que nadie sabe cómo desactivar. Para empeorar las cosas, hay mucho secreto.
Cuando la gente pide información sobre cómo se manejan estos residuos, la CFE ha dicho que es información «confidencial» por cinco años, usando la excusa de la «seguridad nacional». Nadie puede saber qué tan lleno está ese almacén ni qué plan hay. No se sabe el daño real que causa al Golfo de México el agua caliente que se tira al mar para enfriar los reactores, aunque se reporta contaminación y cambios bruscos de temperatura.
Lo más grave es que el plan de emergencia para proteger a la gente cercana en caso de accidente solo existe en papel. La CFE dice que no es su trabajo entrenar a los pueblos vecinos, y los municipios confirman que nadie les ha enseñado qué hacer, dejando a miles de personas en peligro si ocurriera un desastre.
El dilema de la CFE y de México es profundo, pues la energía nuclear es, técnicamente, la solución más eficiente para acabar con los apagones y abaratar costos. Sin embargo, el país no puede avanzar en este camino si no resuelve primero los serios problemas de seguridad, transparencia y manejo de desechos de su única planta nuclear. El futuro energético de México depende de si el gobierno decide enfrentar estos problemas de seguridad para desbloquear el poder del átomo o si prefieren tomar otros caminos, como la búsqueda de energía en el fondo de la tierra.
