China vuelve a sorprendernos con innovaciones amigables con nuestro planeta, pero esta vez es el turno de la energía solar. El gigante asiático ha instalado 170 000 paneles con los que pretende cambiar el futuro energético, sin embargo, lo que ocurrió luego de esa instalación ha dejado a todos boquiabiertos. Quédate para conocer los detalles.
Un proyecto más que ambicioso
Cada vez son más los países que apuestan por las energías renovables, pero esta vez, China ha logrado una hazaña de ingeniería sin precedentes al inaugurar la planta solar más alta del mundo, ubicada en la región autónoma del Tíbet, a una altitud extrema de 5228 metros sobre el nivel del mar.
Se trata de la planta Caipeng, que ha añadido 100 MW de capacidad en su segunda fase (sumándose a los 50 MW ya activos), ocupando una extensión de 1,4 kilómetros cuadrados. Su objetivo principal es generar una gran cantidad de electricidad limpia para satisfacer la demanda energética.
Pero lo que hace verdaderamente notable a este proyecto es la tecnología desplegada en el llamado «techo del mundo». Los 170 000 paneles solares instalados son de un tipo especial llamado TOPCon, que son hasta un 20% más eficientes que los modelos convencionales.
Su ventaja es que son bifaciales, pero ¿Qué significa esto? Básicamente que son capaces de captar la intensa radiación solar directa por ambas caras y por si fuera poco, la rapidez de la construcción es otro récord histórico.
China rompe todos los récords
Hace poco, China asustó al mundo con una fuente de energía muy poderosa y ahora quiere liderar la energía solar. Las compañías responsables, China Huadian y PowerChina, lograron completar la segunda fase en solo 115 días, casi un mes y medio antes de lo previsto.
Pero la mayor sorpresa de esta ambiciosa obra no es la tecnología o la velocidad, sino algo que sucedió en el suelo, justo debajo de los paneles. Las largas filas de paneles solares, puestas sobre la tierra seca y desértica del Tíbet, empezaron a dar una sombra que protegía el suelo.
Esta sombra, creó ambiente ideal para que la hierba creciera. La gente de la zona lo notó enseguida, pues miles de ovejas, muy importantes para la vida allí, empezaron a comer en este nuevo lugar verde. Los vecinos ya las llaman las ‘ovejas fotovoltaicas’.
Los encargados dicen que las empresas producen electricidad arriba, y abajo, «la hierba crece bajo los paneles solares, y los vecinos pueden llevar sus ovejas a pastar entre ellos». Es una manera de unir la producción de energía limpia y la economía rural de toda la vida.
China siempre nos sorprende
El éxito en el Tíbet se complementa con otra ambición que busca liderar el futuro energético: el proyecto de una planta solar espacial. China planea construir una estación orbital con un gigantesco panel de un kilómetro de ancho.
Así podrá tomar la luz del sol directamente, donde es diez veces más fuerte que aquí, y enviar la electricidad a la Tierra usando microondas. Gracias a estos grandes avances en solo seis meses, ha puesto más capacidad de energía renovable que toda la que tiene Estados Unidos junta.
La planta solar simboliza la ambición tecnológica de China, combinando una ingeniería y tecnología avanzada, pero su mayor sorpresa no fue tecnológica, sino ecológica y social con la llegada de las ‘ovejas fotovoltaicas’.
Sin duda este proyecto cambiará nuestra visión sobre la energía solar, pues nos enseña que la tecnología y las diferentes formas de vida pueden convivir. Es una señal clara de esperanza, demostrando que se puede hacer crecer la economía mientras se reduce la contaminación de nuestro planeta, tal como lo hace Noruega extrayendo energía de la nieve.