Sabemos que el Sol es realmente maravilloso y siempre nos preguntamos cómo podríamos aprovechar toda esa energía. Los científicos e ingenieros de todo el mundo no solo están soñando con eso, sino que están trabajando juntos para crear un Sol aquí en la Tierra, y aunque no podemos negar que objetivo suena a ciencia ficción, representa la esperanza más grande para resolver nuestros problemas energéticos con una fuente limpia, segura y prácticamente inagotable. Curiosamente este esfuerzo no pertenece a un solo país, sino que es el resultado de una colaboración científica realmente impresionante, pero ¿De qué se trata?
La unión hace la fuerza
Treinta y cinco países han decidido trabajar juntos, olvidando sus diferencias para enfocarse en esta gran meta. Es una de las colaboraciones científicas más increíbles de la historia, con potencias como China, Japón, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea, poniendo dinero, tecnología y sus mejores cerebros. Su misión es replicar lo mismo que sucede en el centro de las estrellas: un proceso llamado fusión nuclear.
Si la humanidad logra controlar esta increíble fuerza, que libera energía gigantesca al unir átomos muy ligeros, habremos encontrado el «Santo Grial» de la energía. Esta fuente sería limpia, segura y no generaría los desechos peligrosos de las plantas nucleares de ahora. El proyecto se llama ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional) y se construye en Francia.
Tocando un Sol sin quemarnos
El diseño utiliza una tecnología especial llamada Tokamak: una gran cámara con forma de anillo. Dentro de ella, se usa un campo magnético muy potente para contener un gas que es calentado a 150 millones de grados Celsius. Esa temperatura es mucho más alta que la del Sol, pero ¿Cómo se puede calentar un gas a 150 millones de grados sin que se derrita el recipiente que lo contiene?
Este es el reto principal, pues ningún material conocido resiste ese calor. La respuesta está en el Tokamak: una enorme cámara metálica con forma de dona. Dentro del Tokamak, una pequeña cantidad de gas se calienta hasta convertirse en plasma. Para que el plasma no toque las paredes del anillo, se utiliza un campo magnético invisible que lo mantiene flotando en el vacío.
Estos campos magnéticos son tan potentes que los imanes que los generan necesitan ser enfriados a temperaturas de -269 °C, ¡casi el cero absoluto! Es una batalla entre el calor más extremo del universo y el frío más intenso que la ingeniería puede crear, un invento muy curioso y tan interesante como los experimentos para que llueva energía.
Una colaboración que rompe récords
El proyecto ITER es como una gran orquesta dirigida por la Unión Europea, que pone la mayor parte del dinero, casi la mitad del total (45%). Los demás países ayudan con piezas enormes, tecnología de punta y mandan a sus mejores expertos, de hecho, el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In, dijo que este es «el proyecto científico más grande que ha existido», pues todos compartimos el sueño de tener energía limpia y segura para el año 2050.
Construir esta máquina es increíblemente difícil. Imagina que la cámara principal, una pieza de acero gigantesca, tiene que encajar perfectamente, con una precisión de relojero. Para lograr esa exactitud, usan robots muy avanzados y tecnología láser. Los ingenieros de ITER han llevado la ciencia al extremo: han tenido que inventar cosas nuevas en robótica, materiales resistentes y sistemas que funcionan a temperaturas extremas para que el experimento salga bien.
Sin duda, el proyecto ITER es mucho más que una simple planta de energía; es una declaración de fe en el ingenio humano y en la cooperación global. Al intentar replicar un Sol en la Tierra, la humanidad se acerca a lograr su objetivo más grande: encontrar una fuente de energía que sea prácticamente ilimitada, totalmente limpia y completamente segura. Si lo consiguen, este experimento de más de tres décadas de duración no solo transformará la forma en que vivimos, sino que asegurará la energía que consumiremos por muchas generaciones, sobre todo ahora que quieren extraerla de lugares imposibles.