¿Somos tratados como una zona de sacrificio? América Latina tiene valiosos recursos, pero un megaproyecto planea destruir todo a su paso y usar la zona como una herramienta de trabajo, pese al impacto ambiental. Es el momento en que México debe actuar, antes de que se acabe con la fauna y vida marina.
¿Estamos dispuestos a destruir nuestro hábitat por la ambición de otros? Este megaproyecto deja en peligro los ecosistemas
Parece que todos estos años de problemas ambientales, como calentamiento global, contaminación y destrucción de ecosistemas, no nos han enseñado nada. Ya vimos como la ambición humana supera sus límites (van por esto y no importa si destruyen todo), al parecer continúa la historia.
Para las grandes potencias y empresas millonarias, América Latina es como una puerta de entrada a la explotación ambiental. Hay un claro ejemplo con este megaproyecto, que podría destruir el planeta, y solo México tiene la capacidad de impedirlo.
Se trata del proyecto Saguaro Energía, promovido por la empresa Mexico Pacific, que busca transportar gas fósil desde Texas hasta el Golfo de California para exportarlo a Asia. Bajo una promesa de progreso, el proyecto implica la construcción de un gasoducto inmenso.
Son más de 800 kilómetros y una planta de licuefacción en Puerto Libertad, Sonora, del tamaño de seis mil canchas de fútbol. Además, se prevé una flota constante de buques metaneros que alteraría el ecosistema marino del Golfo de California, conocido como “el acuario del mundo”.
Estas son algunas de las consecuencias ambientales de este megaproyecto
Para los inversionistas en el megaproyecto, es una gran oportunidad económica para la región y las localidades, pues aseguran fuentes de empleo y progreso. Sin embargo, la realidad es otra y bastante alarmante. El gas fósil no es una alternativa sustentable, sino un combustible contaminante.
Solo en su producción y transporte genera más de 73 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. Esta cifra representa más del 10 % de las emisiones totales de México. Algo que no va en sintonía con los objetivos de la transición energética y combatir el cambio climático.
Además, es preocupante por la amenaza a la biodiversidad, la seguridad alimentaria y el derecho a un ambiente sano. Más del 60 % del producto pesquero de México proviene de esta región, y la intensificación del tráfico marítimo podría tener consecuencias devastadoras.
Hay varias especies marinas que enfrentan grandes riesgos, como la vaquita marina, el rorcual común y la ballena azul, muchas de ellas en peligro de extinción. Los cetáceos usan esta región como ruta migratoria y zona de reproducción, pero con los buques esto se dificulta por la contaminación acústica.
Una promesa económica frente a una devastación del planeta, ¿Valdrá la pena tanto sacrificio?
Aunque Mexico Pacific ha prometido 13 mil empleos y convertir a México en el cuarto exportador mundial de gas, no hay garantía de que estos beneficios compensen la pérdida ecológica. Hemos sido testigos de como se toman los tesoros de regiones como esta, sin importar las consecuencias.
¿Vale la pena? Por el contrario, una destrucción ecológica es inconsistente con los acuerdos ambientales de México en su plan. Además, de ser mortal para la región y todos sus ecosistemas. Una porción económica, no compensaría los daños irreversibles que genera este megaproyecto.
Así que, para evitar este megaproyecto de destrucción, la próxima Cumbre Climática COP30, que se celebrará en Brasil, sería una gran oportunidad para que México defina su postura ante el mundo. Es el momento de exigir una transición energética real y justa, que no sacrifique ecosistemas ni comunidades bajo falsas expectativas. El Golfo de California, no debería ser una zona de explotación, sino una reserva protegida.