La minería ha sido un pilar económico e histórico de México durante siglo, pero detrás del brillo del oro y la plata se esconde una realidad oscura y muy peligrosa. Se trata de la contaminación por metales pesados y aquí, existe un metal en particular que está dañando nuestra salud y la de nuestro planeta. Acá te contamos los detalles.
El lado oscuro de la minería
En diversas regiones del país, la minería está liberando un elemento que es un auténtico veneno, causando estragos ambientales y de salud a nivel masivo. Este metal tóxico no se queda solo en las minas, sino que viaja a través del aire, el agua y las cadenas alimenticias.
Las comunidades que viven cerca de las zonas de extracción, muchas veces sin saberlo, están expuestas a una intoxicación lenta pero severa que puede provocar daños neurológicos, problemas renales y, en casos extremos, enfermedades crónicas muy graves.
Esta la parte más triste y oscura de la «fiebre del oro» que estamos viviendo, donde miles de familias buscan una forma de vivir, pero arriesgándolo todo. Mientras México es uno de los mayores productores de este metal en el mundo, lugares hermosos como Querétaro, están sufriendo.
La pregunta que se hacen los activistas y las comunidades afectadas es: ¿realmente vale la pena el costo humano y ambiental? El veneno que está dejando este elemento es una bomba de tiempo que no podemos ignorar.
Un elemento muy peligroso
Hace poco vimos que hay tesoros que no deben abrirse y ahora veremos, que hay que elementos que no deberían usarse. El culpable de todos estos problemas es el mercurio (Hg), uno de los elementos más tóxicos que existen.
Este elemento es muy útil para los mineros que buscan oro de forma rápida, pues funciona como un «imán» que separa fácilmente el oro de la roca y el lodo. Así lo hacen en la Sierra Gorda de Querétaro, una zona de pinos muy bonita y con mucha vida.
Aquí se vive un verdadero «boom del mercurio». Los mineros se meten en túneles estrechos buscando este mineral. Es un trabajo muy arriesgado, pero como el precio del oro subió tanto, el mercurio también se ha vuelto muy valioso.
El proceso es sencillo pero mortal: meten la roca en hornos de leña. Cuando el mercurio se calienta, se convierte en gas venenoso que se enfría y se recoge en botellas de plástico. Una sola botella de este mercurio líquido se vende en casi 1800 dólares.
Lo triste es que, para conseguir un kilo de mercurio, tienen que moler una tonelada de roca, pero al calentar el metal, los mineros respiran el vapor tóxico directamente. Este gas no solo los enferma a ellos, sino que contamina el aire de sus pueblos.
México está exportando veneno
México es un jugador clave en este mercado oscuro. Es el segundo país que más mercurio produce después de China y aunque firmaron un acuerdo mundial (la Convención de Minamata) en 2017 para prohibir su minería y exportación, la realidad es otra.
El mercado negro lo pide a gritos. De forma ilegal, la mayor parte del mercurio mexicano termina en países como Colombia, Bolivia y Perú, y de ahí se reparte por toda la cuenca del Amazonas, pero ¿Qué sucede allí?
Lamentablemente en esas selvas, este mercurio se usa para la minería ilegal de oro en los ríos, contaminando vastas áreas naturales y poniendo en peligro a comunidades indígenas. Básicamente el ‘veneno mexicano’ termina afectando a otros países!
Sin duda, la crisis del mercurio es un problema muy grave, que tiene un impacto directo en la gente, pero para solucionar esto, no basta con prohibir. Necesitamos darles a estas comunidades alternativas de trabajo seguras y bien pagadas. Si no lo hacemos, México seguirá teniendo las ciudades más contaminadas del mundo y el veneno del mercurio seguirá esparciéndose, dejando una herencia tóxica para las próximas generaciones.
			
			