Sabemos que los plásticos son bastantes contaminantes para nuestro planeta, al igual que los químicos, sin embargo, utilizarlos es casi inevitable, incluso en tecnologías de transición energética, pero ahora, las cosas podrían ser diferentes, pues se ha descubierto un material que podría volver más eficientes estas tecnologías y lo más curioso es que se trata de algo completamente natural.
De la naturaleza a la tecnología
La energía solar ha llegado para salvar nuestro planeta de la contaminación, sin embargo, el camino para la transición no ha sido sencillo, pues a pesar de que los paneles generan energía limpia, su diseño no es tan ecológico como parece.
Sucede que para proteger las células fotovoltaicas de la acción dañina de los rayos ultravioleta, se les añade un revestimiento protector que, en la mayoría de los casos, está hecho de plástico, el cual como ya sabemos es un material bastante contaminante.
En búsqueda de soluciones, se ha descubierto un elemento que podría reemplazar al plástico en los paneles solares y lo más curioso es que es algo totalmente natural, que incluso se encuentra en la cocina de nuestros hogares.
Un grupo de científicos finlandeses ha descubierto que el ingrediente secreto para los paneles solares es la piel de cebolla, demostrando que la solución a la contaminación por plásticos y químicos podría estar en la propia naturaleza.
La magia de la piel de cebolla
Si te sorprendió el descubrimiento de la mina más valiosa, quédate, porque la investigación realizada por científicos de las universidades de Turku y Aalto, en Finlandia, junto con la universidad de Wageningen, en Holanda, ha demostrado que las cebollas son la clave para la transición energética.
Para lograrlo, los científicos compararon cuatro filtros naturales y el resultado fue increíble, ya que un filtro hecho de fibras de madera y cáscara de cebolla roja logró detener el 99.9% de la radiación ultravioleta, superando a los filtros comerciales de plástico.
Sucede que la piel de cebolla permite que más del 80% de la luz visible e infrarroja, que es la que se necesita para generar energía, pase sin problemas y contrario a lo que se pensaría, el proceso para fabricarlo es muy sencillo y amigable con nuestro planeta.
Las cáscaras de cebolla se hierven en agua ligeramente ácida para extraer un colorante natural y luego, este colorante se pone en unas películas de nanocelulosa y el resultado es un increíble filtro que protege los paneles de forma eficiente y natural.
Más cerca de la transición energética
Para ser una alternativa viable, un material de protección no solo debe ser eficiente, sino también estable y en este aspecto, la piel de cebolla también se destaca, ya que su eficacia perduró durante más de 1000 horas de exposición continua a luz artificial, lo que equivale a un año completo bajo el sol.
Los autores del estudio afirman que este filtro podría alargar la vida útil de las células solares hasta las 8500 horas, una cantidad realmente sorprendente en comparación con las 1500 horas que ofrecen los filtros comerciales habituales.
Esta durabilidad no solo beneficia a nuestro planeta, sino que también hace que la energía solar sea una inversión más rentable y sostenible a largo plazo, lo que sin duda nos acerca aún más a la meta de la transición energética.
¡Y eso no es todo! Porque según los investigadores estas películas podrían aplicarse en otras tecnologías como las células de perovskita, en dispositivos electrónicos biodegradables o incluso en envases inteligentes para alimentos.
Sin duda, este descubrimiento ha llegado para revolucionar la energía solar y si logra escalar, podríamos estar presenciando los primeros pasos hacia una era donde las soluciones solares no solo generen energía limpia, sino que realmente sean 100% amigables con nuestro planeta, pues a diferencia de lo que creían los líderes de este proyecto, la sostenibilidad no se mide solamente con la cantidad de energía producida, sino con todos los impactos que hay en nuestro planeta.