Parece que las disciplinas de la economía y la ecología siempre han estado reñidas. En prácticamente todos los conflictos ambientales, uno ve economistas y ecologistas en bandos opuestos.
El principal problema de la ecología con la economía es que las principales doctrinas económicas de los siglos XX y XXI, sean de izquierda o derecha, se fundamentan sobre el crecimiento ilimitado. Dice Robert Costanza, uno de los máximos exponentes de la economía ecológica: “Los paradigmas económicos corrientes (capitalista, socialista, y las varias mezclas) están todos basados sobre la premisa subyacente de crecimiento económico continuo e ilimitado”. En las fórmulas económicas convencionales se presume que los recursos naturales son infinitos, y que cualquier objeción ecologista al crecimiento canceroso de la economía se puede atender apelando al optimismo tecnológico.