Geoingeniería solar aumentaría amenaza de malaria
La gestión de la radiación solar (SRM), una controvertida estrategia de geoingeniería que podría implementarse para reducir el calentamiento global, pondría en riesgo … Leer Más
La gestión de la radiación solar (SRM), una controvertida estrategia de geoingeniería que podría implementarse para reducir el calentamiento global, pondría en riesgo … Leer Más
Para poner punto y final a cualquier ciclo histórico de transformaciones se precisa enterrar definitivamente el sentido del cambio preeminente en dicho proceso. No se puede pasar la página de cualquier época si no es cavando la tumba de los factores esperanzadores de la misma. Así es. Cualquier deseo de nuevo tiempo ha de construirse sobre las ruinas del pasado. Esto es lo que actualmente se atisba en el fondo del tablero geopolítico en América Latina: el intento desesperado de algunos sectores de acabar con aquello que se iniciara con el siglo XXI a lo largo y ancho de la región. Algunos le llaman (intento de) restauración conservadora; otros reflujo de los proceso de cambio; los más osados optan por el “fin de ciclo”.
El formidable desarrollo de las fuerzas productivas durante el siglo XX estuvo ligado a la permanente disponibilidad por parte de los centros del capitalismo mundial, de la energía que el petróleo, obtenido la mayor parte de las veces en forma de saqueo puro y simple o a precios ridículamente bajos, casi simbólicos, le proporcionó. La lógica y leyes del capitalismo no han variado desde entonces. Las nuevas fuentes energéticas serán objeto de intento de apropiación a través de agresiones (caso de Irak) o de transacciones leoninas y usureras con gobiernos cipayos y corruptos (como los que existían en la Venezuela anterior a Chávez).
Alrededor del 12% de la población consume el 85% del agua potable en proporciones promedio de un 70% el sector agroindustrial, un 25% el industrial y 10% en consumo doméstico. Se trata de un contexto en el que los tres principales usuarios de agua a nivel mundial son India, China, EUA. Siendo notable el grado de despilfarro estadounidense si se mira en términos per cápita. No sorprende entonces que a nivel mundial existan aproximadamente mil millones de personas sin acceso a agua potable o que 2.5 mil millones carezcan de servicio de saneamiento. El caso mexicano llama la atención pues revela un esquema verdaderamente ineficiente. En el país, el 77% del agua es de uso agrícola, esto es, por encima de la media mundial. Sin embargo, el país no produce los alimentos que requiere puesto que importa poco más de la mitad de sus alimentos, incluyendo granos básicos como el maíz y frijol.
Es indispensable la decisión política en el más alto nivel como garantía primera y última de que es posible cambiar el rumbo de ciertos procesos. Es indispensable que ocurra, para que haya una señal clara y absolutamente contundente de que existe voluntad para cambiar, un cambio al que nuestros más altos mandatarios han hecho reiteradamente referencia.
Para los Estados Unidos la región Puebla-Bogotá juega un papel geopolítico y geoeconómico sumamente importante ante la competencia de los mercados europeos y asiáticos. Los recursos naturales que serán estratégicos en pocos años girarán alrededor de la biodiversidad, la generación de la energía eléctrica, el agua y el petróleo.
Desde una revisión de la geoeconomía y la geopolítica del agua el presente texto busca dar cuenta de la tendencia del líquido a transformarse crecientemente en un recurso estratégico de múltiples usos y con ello de múltiples modalidades de explotación de plusvalor.
Si se observa un mapa de EUA, podemos dar cuenta que el grueso de las reservas naturales de agua dulce se encuentran en el lado este, donde saltan a la vista dos sistemas de relevancia mayor: el río Misissippi y los Grandes Lagos.