El valor de las hojas comestibles

De la abundancia a la escasez Cuando llegaron los españoles a los Andes, se encontraron con pueblos sanos y bien nutridos, cosa que no dejaron de mencionar en sus crónicas. Es evidente por ello que los habitantes de la región son herederos de un patrimonio alimentario de un valor nutricional muy alto. Los productos que consumían los pueblos originarios, tanto los cultivados (como granos, tubérculos y raíces), los que recolectaban (como hojas y frutas) y los que cazaban, proveían suficientes nutrientes y micronutrientes para sostener una población abundante y muy bien alimentada. No había hambre ni desnutrición gracias a los altos niveles de producción y a los sistemas de reciprocidad.

Celulosas y destino de país

El tema ha adquirido tal caudal mediático que se podría entender que ya no hace falta abundar. Hablan todos los periodistas del establishment, los que saben y los que no, con el corazón y con psitacismo. Hemos atendido la cuestión y nos remitimos a nuestras ediciones anteriores. Pero tanto su trascendencia como su implicancia nos obliga a “separar los tantos”.