La Red Mundial exige la eliminación gradual de plaguicidas altamente peligrosos para el año 2030
“La Lista de Prohibiciones del PAN muestra que 162 países han prohibido un total de 460 ingredientes activos de plaguicidas o grupos de … Leer Más
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Si se tratara de una novela, el público criticaría la trama por parecer demasiado exagerada: productivas colonias de abejas desaparecen de la noche al día sin dejar rastro, los cuerpos de las víctimas nunca se encuentran. Pero no es ficción, es lo que está sucediendo en un tercio de las colmenas comerciales de abejas en Estados Unidos, -más de un millón de colonias de cada año-, y en similares proporciones en la Unión Europea. Colmenas aparentemente sanas vuelan para no volver nunca más. La abeja reina y madre de la colmena es abandonada a su suerte y muere de hambre.
Las abejas nos están mandando un mensaje que recuerda nuestra estupidez. “Sabemos que estos insectos son indispensables para la subsistencia del género humano, pero durante décadas nos hemos dedicado a rociar los campos con plaguicidas. Las abejas nos recuerdan que siempre llegamos tarde”.
“Si las abejas desaparecieran de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida; sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”. La contundente frase atribuida a Albert Einstein, muy poco propenso a predicciones apocalípticas, es actual en momentos en que ha desaparecido del mundo el 80 por ciento de las abejas silvestres y el 90 por ciento de las domésticas.