Cuando era pequeño, A. Parthiban jugaba a buscar abejas de camino a la escuela, rodeado de palmeras, tamarindos y bananos. Una exuberante vegetación típica del estado de Tamil Nadu, localizado en el sur de la India. Estos pequeños insectos que había visto en sus libros de biología y que tanto le gustaban, volaban por todas partes. Exploraba por debajo de las rocas y llevaba su mirada al cielo para encontrarlos entre las flores que colgaban de los árboles. Esto sucedía hace más de tres décadas.
Hoy, A. Parthiban tiene 43 años, es un conductor de autobús y padre de familia. Pero algo no ha cambiado: su interés por los pequeños polinizadores. Trabaja doce horas, tres días a la semana en la línea que va desde su pueblo, Gobychettipalayam hasta la ciudad de Madurai. Las restantes jornadas las dedica a la apicultura. Una pasión que ha alcanzado resultados inesperados.
En sus campos de tamarindo ha llevado a cabo una investigación acerca de los beneficios concretos de la polinización sobre sus cultivos y el cuidado de la biodiversidad. “¿Cómo afecta el trabajo de las abejas a la productividad de mis árboles?”, se preguntaba. Mientras buscaba las respuestas, sus experimentos han recibido el apoyo del gobierno hindú y ahora colabora con el Consejo Indio de Investigación Agrícola (ICAR), como formador. Intenta así, devolver el verde y los zumbidos de su infancia al paisaje que le rodea.
“India está viviendo un proceso de pérdida de sus polinizadores” declara Parthib Basu, profesor de la Universidad de Kolkata. “No tenemos una base de datos que pueda certificarlo pero desde el Centro de Estudios sobre los Polinizadores estamos llevando a cabo investigaciones en la zona de Tripura, al borde de Bangladesh” continúa Basu. “Los dos principales factores que contribuyen a ello son la pérdida de hábitat natural y los pesticidas”.
La India es el segundo productor mundial de frutas y hortalizas después de China y el 99% de su gran cosecha se destina para consumo interno. “En nuestro país, de los 160 millones de hectáreas cultivadas, 55 millones dependen de las abejas para la polinización” explica el profesor Shashidhar Viraktamath, de la Universidad de Bangalore, “esto quiere decir que más de un tercio de nuestra comida se debe a estos servicios”.
Aunque lejos de universidades, A. Parthiban está investigando en la misma línea. En sus días libres, coge su moto y conduce hasta llegar a sus campos de tamarindo. Donde ahora tiene cuatrocientas cincuenta colmenas, todas construidas por él.
Después de varios años de pesquisas, pudo comprobar que las cosechas de sus doscientos cincuenta árboles pasaron de 1,000 kgs a 4,350 kgs, en este último año, gracias al aporte de las abejas. Por su infatigable dedicación se hizo famoso en todo el Estado y ahora brinda formación a sus vecinos sobre cómo aumentar la productividad y, consecuentemente, mejorar su alimentación. “Quiero proteger a las abejas para la vida de las generaciones futuras”, dice Parthiban enseñando los premios que ha recibido por su labor.
Las consecuencias del declive de las abejas en la India podrían tener un peso relevante en los bolsillos de las personas. “Hemos evaluado el efecto de la polinización sobre cinco diferentes cultivos vegetales y la pérdida anual se puede estimar alrededor de 726 millones de dólares” explica el profesor Basu. “No solo se estaría perdiendo dinero. Esta reducción podría afectar la cesta alimentaria familiar. Se trata de pérdida de comida, hambre básicamente”.
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EFE Verde