El epicentro del fracking

Cada día el Mundo se cae a pedazos, por culpa de los continuos movimientos sísmicos, que producen una fuerte réplica en el corazón del gran planeta Tierra. Sin darnos cuenta, lo estamos fracturando ambientalmente debido a la irracionalidad social de los Seres Humanos, que se consolida con los salvajes proyectos petroleros, mineros o gasíferos, para seguir perforando las riquezas naturales y taladrar el agonizante futuro por recorrer.

Shale gas ante el cambio climático, ¿solución o agravante?

La humanidad enfrenta actualmente dos retos que requieren una firme voluntad política y social para ser superados: por una parte el cambio climático y por la otra, la creciente demanda de energía en un contexto global de reducción de fuentes baratas y de fácil acceso (pico de petróleo). Frente a este contexto de crisis climática y energética, los yacimientos no convencionales han sido perfilados como la solución debido al gran volumen de reservas globales estimadas y a la idea de que el gas natural emite menos dióxido de carbono (CO2) que otros combustibles fósiles, como el petróleo o el carbón. Sin embargo, estudios recientes han llamado la atención sobre los problemas derivados de su explotación. Por una parte, por los riesgos socioambientales que conlleva a nivel local y, por la otra, por las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que serían mayores que las registradas durante la extracción de gas natural de yacimientos convencionales e, incluso, que el carbón. Si la reducción de las emisiones es el objetivo al que debemos apuntar para paliar la catástrofe del cambio climático global, parece evidente que la explotación de shale gas no es la mejor alternativa. No sólo por su mayor incidencia en las emisiones de GEI sino porque invertir en la extracción de no convencionales retrasa la transición energética a una matriz 100% renovable y sustentable.

Shale gas: hacia la conquista de la nueva frontera extractiva

Con motivo de la veloz expansión de la industria del shale gas, y la creciente preocupación en buena parte de la opinión pública estadounidense, la EPA anunció en marzo de 2010 la puesta en marcha de una profunda investigación que dé cuenta de los potenciales impactos negativos que la técnica de fractura hidráulica puede tener sobre la calidad del agua y la salud pública. Si bien los resultados iniciales de dichos estudios estarán disponibles recién hacia finales de 2012, algunos estados -como Nueva York- ya han puesto en suspenso la instalación de este tipo de explotaciones.