Hubo noches intensas en esta Liguilla, pero pocas tan cargadas como la que vivió el América frente a Monterrey. Ya desde la previa, las Águilas llegaron con la obligación de imponer condiciones, y lo hicieron durante buena parte del encuentro, presionando, generando llegadas y empujando desde la tribuna; tras esto, el equipo visitante resistía a base de orden y una dosis de carácter que terminaría marcando la diferencia.
El dominio azulcrema y la ilusión momentánea del América
Como suele suceder en el fútbol, el público intuía que algo grande podía ocurrir, y por momentos parecía que el América tenía todo servido. Sin embargo, esa sensación engaña; el fútbol suele guardar un giro inesperado para el final, y justo se dio que el América ganó, sí, pero el marcador global lo condenó.
Con la posesión a su favor y un ataque que se movía con soltura, encontró ritmo rápido con Zendejas y Zúñiga, que fueron las piezas que más incomodaron a la defensa regiomontana, generando ocasiones que levantaron a la afición de sus asientos, teniendo en cuenta que en la ida Monterrey le ganó 2-0 al América. La primera recompensa llegó a los 30 minutos con un disparo de Zendejas cruzado que terminó en el fondo de la red y que encendió la esperanza en Coapa.
Asimismo, la segunda mitad parecía pintar un panorama ideal porque al minuto 59, una jugada trabajada desde la banda terminó en el segundo gol de la noche y el estadio explotó como si todo estuviera bajo control. Incluso un tanto anulado por fuera de lugar, prolongó esa sensación de dominio absoluto, aunque el reloj jugaba en contra.
Pese a que la presión continuó, Jardine movió piezas, reforzó el ataque y mantuvo el equipo instalado en campo rival, pero Rayados aguantó como pudo, con su línea defensiva al límite, esperando un resquicio para reaccionar, y ese resquicio llegaría de la manera menos esperada, pero en el momento justo.
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