La marcha convocada para este sábado 15 de noviembre por jóvenes que se identifican con el movimiento conocido como Generación Z empezó como un recorrido pacífico desde el Ángel de la Independencia. El llamado había circulado durante días en redes sociales, con la promesa de expresar demandas relacionadas con seguridad, justicia y oportunidades para la juventud.
La marcha de la Generación Z avanza y la tensión fue creciendo
La movilización inició entre las 10:00 y las 11:00 horas, avanzando por Reforma, Juárez y Eje Central rumbo al Zócalo, donde miles ya esperaban el arribo del contingente. La ruta, ampliamente difundida en redes, no tenía una estructura organizativa formal; aun así, logró reunir a jóvenes que insistían en que no pertenecían a ningún partido político.
Desde temprano, policías de la SSC se apostaron en calles como Hamburgo con el objetivo de acompañar la marcha «a distancia», según informó el secretario Pablo Vázquez, pese a que Sheinbaum cree que fue una marcha promulgada por los partidos opositores.
Fue en este tramo inicial donde comenzó a circular la frase del día: «Prefiero que me quiten la beca de 3000 pesos mensuales del gobierno a que me asesinen o desaparezcan», dijo Ezequiel, uno de los jóvenes que portaba la bandera del movimiento a ‘El Universal».
Para entonces, la movilización ya mostraba un clima emocional elevado, alimentado también por la reciente muerte del presidente municipal Carlos Manzo, cuyo nombre resonó en múltiples consignas. Los disturbios frente al Palacio Nacional empezaron a visibilizarse al llegar al Zócalo, cuando los primeros golpes contra las vallas instaladas desde el miércoles anticiparon que el tramo final no sería tan pacífico como el recorrido inicial.
Las vallas fueron el punto de quiebre para los manifestantes
La resistencia de las vallas metálicas colocadas frente a Palacio Nacional se convirtió en el principal punto de conflicto, porque un grupo de jóvenes comenzó a empujarlas, mientras del otro lado elementos de seguridad lanzaban gases y polvo de extintores para disuadirlos.
A las 12:17 pm, policías y militares reforzaron el resguardo del muro metálico, en medio de gritos, empujones y una multitud que intentaba avanzar pese a los gases que obligaban a replegarse. En ese ambiente, surgieron acusaciones desde los manifestantes que gritaban «no somos bots», una respuesta directa a señalamientos hechos horas antes en la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Algunos encapuchados llegaron incluso a trepar la estructura de tres metros, golpeándola con la intención de derribarla. Mientras tanto, el Metro había cerrado estaciones como Zócalo/Tecnochtitlan, Allende y Bellas Artes desde la madrugada, lo que complicó aún más la llegada de manifestantes y curiosos al área de la protesta.
Un movimiento descentralizado que se expande
Aunque la concentración principal estaba en la Ciudad de México, el llamado de la Generación Z también resonó en estados como Jalisco, Nuevo León, Querétaro, Puebla y Yucatán, pero en Guadalajara, los jóvenes se reunieron en el Monumento a los Niños Héroes.
En Monterrey, en la Explanada de los Héroes, pero ninguna de estas convocatorias tenía coordinación oficial, sino una difusión espontánea impulsada por usuarios que sentían que el momento político los interpelaba directamente.
Aun con estas expresiones simultáneas, la escena más violenta ocurrió en la capital, donde el choque entre manifestantes y fuerzas de seguridad terminó marcando la narrativa del día. «Ya estamos hartos de este gobierno y toda la corrupción», dijo el señor Joaquín a ‘El Universal’, uno de los asistentes que llegó desde Michoacán.
El 15 de noviembre terminó dejando una imagen que tiene una movilización juvenil espontánea que, al llegar al corazón político del país, derivó en un choque inesperado frente al Palacio Nacional, siendo que en la semana la mandataria sostuvo que es una marcha orquestada por la derecha internacional, pero la presencia de cientos de policías, junto a las vallas y los cierres del Metro, cambiaron el carácter de los hechos.
