Este viernes, la presidenta Claudia Sheinbaum puso sobre la mesa un tema que para muchos pasó desapercibido durante años: la fabricación de medicinas dentro del país. Acompañada por Alejandro Svarch Pérez, responsable de IMSS-Bienestar, la mandataria explicó que su gobierno apunta a devolverle a México algo que perdió hace más de una década.
Hasta el año 2008, cualquier farmacéutica que quisiera vender un medicamento en México debía operar al menos una planta dentro del territorio nacional, bajo esta condición esto ayudaba a crear empleo, mover la economía y, sobre todo, garantizaba cierta seguridad en caso de emergencias sanitarias.
Pero esa regla se eliminó durante el gobierno de Felipe Calderón. Desde entonces, el país comenzó a depender más de las importaciones, lo que a la larga, según Sheinbaum, dejó expuesta a la población y debilitó la industria local.
Una regla que protegía empleos y salud
Alejandro Svarch fue claro al explicar cómo funcionaba este “requisito de planta”. Se trataba de una medida industrial que obligaba a las empresas a instalar fábricas si querían participar en el mercado mexicano. Así, además de vender sus productos, contribuían a generar empleos mejor pagados.
Al desaparecer esa exigencia, México abrió la puerta a que grandes laboratorios vendieran sin invertir en instalaciones locales. A corto plazo, esto facilitó la entrada de medicinas extranjeras, pero a largo plazo redujo la capacidad del país para producir sus propios insumos médicos.
Cuando llegó la pandemia de Covid-19, quedó claro que depender de fábricas lejanas era un riesgo, lo que sucede es que al no tener infraestructura suficiente en casa significó menos margen de acción ante la alta demanda de medicinas esenciales.
Brasil también lo implementó y Sheinbaum lo observa
Mientras México eliminaba este requisito, Brasil decidió implantarlo pero también en 2008, ese país creó su propia política de producción farmacéutica, que hoy le permite fabricar la mayoría de los medicamentos que consume su sistema de salud.
Debido a esta estrategia, Brasil produce dentro de su territorio nueve de cada diez medicinas que distribuye a su población bajo el nombre Política de Producción Farmacéutica, pero lo cierto es que en la comparación con México deja claro que mantener plantas nacionales marca una diferencia enorme en momentos críticos.
Para Sheinbaum, este ejemplo refuerza la idea de que el país debe recuperar lo que alguna vez tuvo: una industria fuerte, capaz de responder sin depender completamente de mercados externos. Esto también deja a México en un punto débil frente a otros países, ya que en los próximos meses se liberarán varias patentes importantes y, «es la liberación de un grupo muy importante de patentes que si tendríamos una industria nacional consolidada, podríamos empezar a producir medicamentos genéricos”, apuntó Svarch.
Medicamentos genéricos y producción local: la apuesta intenta ahorrar y crecer
La mandataria Sheinbaum, indicó que dará dar impulso a la fabricación de medicamentos genéricos dentro del país porque suelen ser mucho más accesibles que los de patente y ofrecen la misma eficacia, lo que representa un alivio para millones de familias que necesitan tratamientos sin gastar de más.
La verdad es que se trata de este momento que es estratégico porque en los próximos meses se liberarán varias patentes importantes, lo que abre la puerta a producir versiones genéricas de esos fármacos. Tener plantas funcionando en México sería una gran ventaja para responder rápido y no depender tanto de laboratorios extranjeros.
Para apuntalar esta idea, la presidenta firmó un decreto que premia a las farmacéuticas que inviertan y fabriquen en territorio nacional. Sin embargo, el objetivo es que, al comprar medicinas para el sector público, se priorice a quienes tengan plantas operativas dentro del país.