Renovar la licencia de conducir en la Ciudad de México siempre fue, para la mayoría, un trámite sin mayor complicación. Sin embargo, desde hace poco, algo cambió: las autoridades volvieron a poner bajo la lupa la salud de quienes están detrás del volante.
Miles de personas se sorprendieron cuando se enteraron de que ahora, para seguir manejando sin problemas, no basta con tener papeles en regla o no acumular multas pero hoy, estar sano es un requisito tan importante como respetar los semáforos.
Lo curioso es que muchos conductores están viendo suspendido su permiso sin haber cometido ni una infracción. La razón: algunas enfermedades ya son motivo suficiente para no renovar o retirar este documento.
Enfermedades que pueden dejarte sin licencia de conducir
¿Y cuáles son esas condiciones que podrían complicarte la renovación? En primer lugar, todo problema de visión grave. Si alguien pierde vista de forma significativa, tiene cataratas muy avanzadas o sufre de visión doble, es probable que necesite un examen especial.
También cuentan los padecimientos neurológicos, como la epilepsia cuando no está controlada, el Parkinson o el Alzheimer. Pese a estos trastornos se pueden afectar reflejos, coordinación o capacidad para tomar decisiones rápidas en el tráfico.
A eso se suman enfermedades del corazón o de los vasos sanguíneos, que aumentan el riesgo de desmayos o mareos mientras se conduce. Y, por si fuera poco, algunos trastornos mentales severos como depresiones profundas pueden influir en la reacción o en la estabilidad emocional frente al volante.
Exámenes y documentos: así se verifica la condición de salud
Para tener en cuenta es que hasta hace no mucho tiempo, a casi nadie le pedían un chequeo médico a fondo para renovar la licencia pero hoy, la historia es distinta. Sin embargo, la Secretaría de Movilidad, junto con dependencias de salud, puede exigir estudios específicos si sospecha que hay algo que podría poner en riesgo a otros.
De todas formas no todo es tan trágico, porque a veces solo se trata de una prueba de vista, en otros casos se pide electroencefalograma o un certificado de un especialista pero si surge un diagnóstico complicado, el conductor tiene derecho a aportar más exámenes o documentos que demuestren que su situación está controlada.
Este proceso pretende evitar suspensiones arbitrarias, con el fin de poder preservar la salud de todos y ser responsables a la hora de dar una licencia. Si un diagnóstico amenaza la validez del permiso, el conductor puede apelar o aportar nueva evidencia médica.
No todos enfrentan los mismos filtros y claves para evitar sorpresas
Otro punto importante es que no todas las licencias están bajo la misma lupa. Por ejemplo, quienes manejan su auto particular, licencia tipo A, suelen tener menos trabas. En cambio, los choferes de taxis, transporte público o camiones (tipos B, C o E) tienen controles más estrictos.
Y tiene lógica: la responsabilidad de llevar pasajeros o carga implica un riesgo mayor por eso, a ellos se les puede exigir cada cierto tiempo estudios adicionales o pruebas toxicológicas. En el caso de que ocurra que padece alguna enfermedad crónica, lo más sensato es acudir con un especialista y pedir un certificado actualizado que pruebe que la condición está bajo control.
Hay que hacer hincapié en algo muy importante: ocultar un diagnostico no es buena idea. Esta salvedad es necesaria porque si ocurre un accidente y se demuestra que la persona mintió, las consecuencias legales pueden ser graves, por eso, se aconseja llegar al módulo con todos los papeles y documentos requeridos en regla ya listos para el trámite y también con la certeza de que no hay nada que esconder.