En uno de los inviernos más duros desde el comienzo de la invasión a gran escala, la República de Estonia ha decidido un paso adelante para mantener a flote la línea de salvación de Ucrania. El Ministerio del Clima de la república báltica ha dado a conocer una asistencia extraordinaria de 2 millones de euros al Fondo de Apoyo a la Energía de Ucrania. Este ingreso no es solo un gran aporte, constituye una inyección de recursos que apoyan y tratan de aliviar la logística y la ayuda humanitaria para que el sistema energético ucraniano no colapse bajo las bajas temperaturas y constante bombardeo.
La energía como cuestión de supervivencia para el ser humano
El alcance de esta devastación no se limita en absoluto a lo que pueda considerarse un conflicto económico o relacionado con la industria, al contrario, se ha transformado en una crisis humanitaria de primer orden. La pérdida de energía eléctrica en el territorio de Ucrania arrastra con ella una sucesión de efectos que paralizan los servicios básicos: se detiene el funcionamiento de los sistemas de bombeos de agua potable, fallan los de depuración de aguas residuales y, lo que es más crítico, dejan de funcionar los sistemas de calefacción centralizados (siendo una cuestión primordial en un país donde las temperaturas invernales bajan mucho por debajo de 0ºC).
El ministro de Energía y Medio Ambiente de Estonia, Andres Sutt, fue particularmente contundente en su intento de situar la urgencia de esta ayuda en el momento de la declaración oficial. «Para Ucrania, la energía no es sólo un sector económico, sino que es cuestión de supervivencia» dijo el responsable político y social de Estonia, mirando la faceta humana del conflicto. En sus palabras, Sutt sostiene una simple y desgarradora ecuación: «Recuperar cada subestación eléctrica restaurada, cada generador que vuelva a funcionar significa un hogar cálido, un hospital operativo, una sociedad que funciona».
Un mecanismo de transparencia anticorrupción.
Para asegurar que la ayuda alcance su destino, el lugar donde más se la necesita sin desvíos ni burocracia, Estonia ha canalizado la donación mediante el Fondo de Apoyo a la Energía de Ucrania. Este instrumento financiero fue creado a través de un acuerdo entre la Comisión Europea y el Ministerio de Energía de Ucrania. Su gestión recae en la Comunidad de la Energía, de la cual es miembro activo Estonia.
La estructura del Fondo permite dar garantías de transparencia a los donantes internacionales (gobiernos, instituciones financieras, sector privado.). No se otorga un «cheque en blanco», sino que el dinero se utiliza para financiar proyectos concretos y los pagos se realizan directamente a los proveedores de bienes y servicios verificados, de tal forma que permite un uso controlado y auditable de las donaciones. Hasta el momento, la comunidad internacional ha movilizado un total de 1440 millones de euros, aunque las necesidades siguen superando los recursos disponibles.
El liderazgo de Estonia: un modelo para Europa
La relación entre Ucrania y Estonia se ha convertido, sin duda, en una de las más estrechas del continente. La pequeña república báltica, que limita con Rusia y comprende particularmente las implicaciones que conlleva la seguridad regional, mantiene una política de apoyo constante. Aparte de esta última contribución de un millón de euros, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Estonia ha aportado sucesivas donaciones al fondo, empezando por los 50 000 euros del 2023 y seguidos por 420 000 euros del 2024.
El Ministro Sutt aprovechó para lanzar un mensaje político al resto de socios europeos: «Queremos que Estonia sea un modelo para aquellos países que aún no han contribuido», afirmó, añadiendo que la protección de la infraestructura civil de Ucrania es «una responsabilidad compartida y de todos nosotros». Para el gobierno estonio, esta ayuda es una inversión en seguridad colectiva.