Este miércoles, Brasil dio un paso en su agenda económica y social con la sanción de una nueva ley tributaria enfocada en aliviar la carga fiscal de los trabajadores con menores ingresos. Fue el presidente Luiz Inácio Lula da Silva quien presentó la medida como parte de su compromiso de campaña y la vinculó con la lucha contra la desigualdad, un tema que marcó su agenda desde su retorno al poder.
¿A quiénes beneficia la reforma tributaria?
En este caso, el Gobierno estima que cerca de 15 000 000 de brasileños sentirán de inmediato los efectos de esta actualización fiscal, pero de ese total, unos 10 000 000 quedarán totalmente libres de impuesto, mientras que otros 5 000 000 verán reducciones importantes en sus descuentos mensuales.
Esta medida no solo cumple una promesa de campaña, sino que también busca generar alivio para los sectores de ingresos medios y bajos, pero más allá de la exención, también arremetió contra la banca en la COP30 por financiar la explotación del petróleo.
La ley tributaria contempla un esquema de descuentos fiscales para quienes reciben hasta 7350 mensuales (aproximadamente 1368 dólares), pero este segundo tramo permitirá una transición más suave entre los distintos niveles de tributación, evitando saltos bruscos entre rangos salariales.
Durante la presentación, Lula insistió en que la economía brasileña solo prosperará cuando el consumo interno sea más dinámico. «La economía no crece por el tamaño de la cuenta bancaria de nadie, la economía crece por el consumo que la sociedad puede tener a partir de los alimentos», afirmó el mandatario.
Ajustes para financiar la medida en Brasil
Para compensar la caída de la recaudación que generará la exención, la reforma incorpora una alícuota progresiva adicional de hasta el 10% para personas con ingresos superiores a 600 000 reales anuales (unos 111 700 dólares), donde se estima que esta categoría incluye alrededor de 140 000 contribuyentes, quienes aportarán una proporción mayor al financiamiento del Estado.
Hoy, quienes cuentan con mayores ingresos pagan un promedio del 2,5% efectivo, muy por debajo del 9% al 11% que suele aportar la mayoría de trabajadores. Con la nueva ley, el objetivo es acercar la carga fiscal real de los sectores de mayores recursos a los estándares generales del sistema, un reclamo histórico en el debate tributario brasileño.
Algo a tener en cuenta es que la legislación también impone un impuesto del 10% sobre utilidades y dividendos enviados al exterior que, además, establece límites para evitar que la tributación conjunta entre empresas y contribuyentes exceda ciertos porcentajes, garantizando derecho a restitución cuando se superen esos topes.
El argumento social detrás de la reforma
El discurso de Lula tras la promulgación puso el foco en el significado social del cambio, porque el mandatario habló de una desigualdad arraigada durante siglos y apeló directamente a la empatía como motor de políticas públicas. «¿Qué tipo de ser humano soy yo? ¿Qué tipo de gobernador soy yo?», comienza preguntándose al líder brasileño.
«¿Qué tipo de cuidador del Estado soy yo si no tengo la sensibilidad de percibir que aquellos que están allí, en la miseria, que se ven como invisibles, no son invisibles porque quieren, son invisibles porque la élite brasileña quería que fueran invisibles? ¿Quién no está dentro del presupuesto? Son los invisibles, que son la mayoría de la sociedad brasileña», expresó en uno de los momentos más citados de la jornada.
Desde su perspectiva, esta reforma no es solo el ajuste técnico, sino una herramienta para devolver dignidad a quienes han permanecido al margen del crecimiento; por eso el presidente insistió en que «mucho dinero en manos de pocos significa miseria», mientras que una sociedad donde millones puedan consumir y vivir mejor genera un círculo virtuoso para todos. El enfoque de Lula retoma una idea clave, como lo es que el desarrollo económico debe ir acompañado de justicia social.
