Los líderes de los países beligerantes, que llevan cuatro días de enfrentamientos en su frontera, acordaron reunirse en Kuala Lumpur con el objetivo de detener la escalada de violencia que ya dejó decenas de muertos y cientos de miles de desplazados entre ambos bandos.
Un paso hacia la paz
Mientras transcurre el cuarto día consecutivo de enfrentamientos entre sus fuerzas armadas, los gobiernos de Camboya y Tailandia lograron llegar a un acuerdo y programaron una cumbre para el día lunes en Malasia. El objetivo será consolidar puntos en común para terminar con las escaramuzas que rompieron con la cotidianeidad de la vida en las ciudades y pueblos a lo largo de su frontera compartida.
El encargado de dar la noticia fue el ministro de Exteriores de Malasia, Mohamad Hasan, cuyas declaraciones fueron publicadas por la agencia estatal de noticias malasia Bernama. El funcionario de la administración de Kuala Lumpur, informó que tanto el primer ministro interino de Tailandia, Phumtham Wechayachai, y el primer ministro de Camboya, Hun Manet, llegarán en horas de la noche a la capital de Malasia, donde se realizarán las reuniones de paz con los anfitriones como mediadores.
Es importante destacar que la elección de Malasia como sede para las negociaciones de paz, está relacionada con la condición del país anfitrión como actual presidente pro tempore de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), organismo internacional del cual también forman parte Camboya y Tailandia, entre otros.
Malasia como mediador, Estados Unidos como consultor
“Ambas partes han solicitado que Malasia actúe como mediador. Confían en nuestra imparcialidad y han coincidido en que ningún otro país debe involucrarse en este asunto”, explicó Hasan, quien reconoció que al mismo tiempo se encuentra esperando poder concertar una llamada telefónica con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio. El ministro de Exteriores malasio expresó su interés por conocer la perspectiva y las capacidades para contribuir de Washington en la resolución del conflicto que estalló en el sudeste asiático los últimos días.
Por su parte, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, había afirmado en sus declaraciones del sábado pasado, que había entablado y mantenida conversaciones por vía telefónica con los mandatarios de Tailandia y Camboya, y ambos habían aceptado «reunirse de inmediato y negociar rápidamente un alto al fuego».
A través de sus rede sociales, el primer ministro interino de Tailandia le había solicitado a su par estadounidense, que transmitiera a Camboya el deseo de la administración de Bangkok de iniciar lo antes posible el diálogo bilateral.
Acusaciones cruzadas en el despertar de un conflicto histórico
El portavoz del Ministerio de Defensa de Camboya, Maly Socheata, denunció durante la jornada del domingo que miembros activos de las fuerzas tailandesas realizaron incursiones con «armamento pesado«, incluyendo bombas de racimo y aviones de combate.
Por la otra parte, el portavoz adjunto del Ejército de Tailandia, Ritcha Suksuwanon, aseguró que Camboya realizó una serie de ataques de artillería sobre las provincias tailandesas de Surin y Ubon Ratchathani.
La frontera que une el sur de Tailandia con el norte de Camboya es una de las zonas de gran conflictividad, debido a la histórica disputa territorial que tiene a ambos países como protagonistas, en una fragmento de territorio reconocido por la presencia de varios templos icónicos de la antigua cultura jemer, adjudicados como propios por los tailandeses, pero que se encuentran del lado camboyano de la frontera hereda como ex colonia francesa.
Este historial de disputa territorial ya provocó varios conflictos bélicos en este primer cuarto del siglo XXI, principalmente entre los años 2008 y 2011. La escalada de tensiones en esta oportunidad, había empezado con la muerte de un soldado camboyano en un intercambio de disparos que ocurrió en mayo.