Luego del habitual rezo del Ángelus, el papa León XIV reafirmó la importancia de una conversión auténtica ante la inevitable llegada del Reino de Dios, y llamó a la congregación a prepararse para una novedad divina que llegará con mansedumbre y misericordia. «Cada uno de nosotros puede ser una pequeña luz, si acoge a Jesús», declaró.
Domingo de misa en Roma
En el marco del segundo domingo de Adviento, y ya regresado a tierras papales tras el exitoso primer viaje apostólico de su ministerio, el papa León XIV recuperó su rutina dominical oficiando la habitual misa de los fines de semana, con su posterior exhortación tradicional, desde el balcón del Palacio Apostólico y acompañado de una multitud de fieles congregados en la plaza de San Pedro.
«Cada uno de nosotros puede ser una pequeña luz, si acoge a Jesús, brote de un nuevo mundo. Aprendamos a hacerlo como María, nuestra Madre, mujer que aguarda con confianza y esperanza», dijo León XIV. En esta oportunidad, el vicario de Cristo se inspiró en el Evangelio de Mateo para ofrecer un mensaje cargado de esperanza y desafíos para los seguidores de la Iglesia Católica.
La llegada del Reino de Dios y un llamado a la conversión
Su mensaje central quedó claro: la inminente llegada del Reino de Dios se acerca cada vez más, y su llegada exige preparación interior, conversión completa y apertura al cambio.
León XIV retomó entonces las palabras de Juan el Bautista y su mensaje que se replicó por todo el desierto de Judea, cargando un anuncio contundente: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca». Esa frase cargada de severidad, lejos de asustar a los feligreses, atrajo cada vez más multitudes al seno de Dios al evocar la urgencia de tomar la vida en serio y asumir el presente como una oportunidad para encontrarse con un Dios que juzga las intenciones en profundidad, no solo desde la apariencia.
Siguiendo esa línea de pensamiento, el Papa recuperó la experiencia del Concilio Vaticano II, como un evento fundacional a partir del cual la propia Iglesia se permitió sorprenderse por el Espíritu Santo y abrió un nuevo camino en comunidad. «Cuando la comunidad camina hacia Roma, el débil florece y lo imposible se vuelve posible, como en la visión bíblica donde ‘el lobo habitará con el cordero'», explicó.
«El mundo necesita esperanza», exhortó el líder de la Iglesia Católica, a modo de invitación a aceptar sin temor la llegada del Advenimiento, entendido como una espiritualidad «luminosa y concreta», con la guía de Jesús, pensado como el «más pequeño» guía de la humanidad.
Por otra parte, en un texto publicado en su cuenta oficial de X, el Sumo Pontífice recuperó las palabras del profeta Isaías, que compara al Reino de los Cielos con «un brote: una imagen que no es de poder o destrucción, sino de nacimiento y novedad… una experiencia que se renueva cuando caminamos juntos hacia el Reino de Dios, todos dispuestos a acogerlo y servirlo».
El pedido de los fieles
Posteriormente, el papa León XIV se detuvo un momento a analizar el «Padre nuestro». En su exhortación, evidenció que los cristianos, «en la oración del ‘Padre nuestro’, pedimos cada día: ‘Venga tu reino’. Jesús mismo nos lo enseñó. Y con esta invocación nos orientamos hacia lo nuevo que Dios tiene reservado para nosotros; reconocemos que el curso de la historia no está ya escrito por los poderosos del mundo«.
A modo de cierre, reafirmó que: «Ponemos nuestros pensamientos y energías al servicio de un Dios que viene a reinar no para dominarnos, sino para liberarnos. ES un ‘evangelio’, una auténtica buena noticia, que nos motiva y nos involucra».
