El Papa León XIV volvió a utilizar el Ángelus como un momento para sacudir conciencias y recordar que la violencia no puede convertirse en paisaje cotidiano. Con un tono firme, cercano y claramente preocupado, repasó algunos de los episodios más dolorosos que golpearon al mundo en los últimos días, como ataques contra cristianos, masacres cometidas por grupos armados y bombardeos que siguen destruyendo ciudades enteras.
Ataques contra comunidades cristianas son repudiados con León XIV
Tras el rezo del Ángelus, León XIV retomó la catequesis previa para indicar la situación de persecución que persiste en muchos países, siendo que recordó episodios recientes en Bangladesh, Nigeria, Mozambique y Sudán, regiones donde, como señaló, «frecuentemente llegan noticias de ataques contra comunidades y lugares de culto».
Lo cierto es que hubo una frase que resonó entre los fieles: «Dios es un Padre misericordioso y desea la paz entre todos sus hijos». El Pontífice, tras entregar 62 artefactos indígenas como obsequio a los obispos canadienses, insistió en que estas agresiones no solo destruyen vidas, sino también la confianza entre comunidades; por eso explicó que los cristianos siguen siendo blanco de discriminación y violencia, algo que no debe dejar indiferente a la Iglesia ni a la comunidad internacional.
Ese mensaje, sin dudas, funcionó también como antesala para denunciar otra tragedia que marcó la semana: la masacre en la República Democrática del Congo. Allí, al menos veinte civiles fueron asesinados en Kivu del Norte por miembros de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), tratándose de un ataque que, según relató, devastó un centro de salud dirigido por monjas y dejó decenas de mujeres muertas en la maternidad.
El drama persiste en Kivu y la petición de unidad
En la Plaza de San Pedro, el Papa relató cómo los agresores incendiaron el edificio y continuaron atacando el pueblo antes de huir hacia el bosque; pidió orar «para que cese toda la violencia y los creyentes trabajen juntos por el bien común». Tras esto, varios fieles levantaron banderas congoleñas en señal de acompañamiento.
León XIV recordó que la situación en Kivu sigue siendo crítica a pesar de los acuerdos recientes entre el Congo y Ruanda, pero destacó el coraje de quienes continúan atendiendo a los heridos en medio de un conflicto que parece no tener fin. Según él, en estos escenarios extremos, «la fe se vuelve también refugio y sostén».
Asimismo, el Pontífice vinculó esta realidad con su reflexión del Evangelio del día, recordando que Jesús invita a «no dejarnos vencer por el miedo» ante guerras y desastres, pero además animó a los fieles a dar testimonio de verdad y justicia incluso en medio de la mentira, la manipulación y el dolor que deja la violencia.
Ucrania y Perú: el Papa dirigió sus pensamientos
El sumo sacerdote recordó el bombardeo masivo que ocurrió entre el jueves y viernes en Kiev, uno de los más intensos desde el inicio de la guerra, con 430 drones y 18 misiles, en donde siete personas murieron y decenas resultaron heridas.
«Estos ataques no perdonan a los niños», lamentó, señalando que muchas familias quedaron sin hogar en pleno frío, pero al decir esas palabras, reiteró entonces su frase más contundente del día: «¡No podemos acostumbrarnos a la guerra y destrucción!» y convocó a rezar por «una paz justa y estable» para la nación ucraniana.
Por otro lado, el líder máximo de la Iglesia católica envió un mensaje de consuelo a Perú tras el accidente de tránsito en Ocoña, donde murieron 37 personas y otras 13 resultaron heridas. «Que el Señor acoja a los fallecidos, fortalezca a los heridos y consuele a las familias en duelo», expresó con serenidad y le recordó al mundo que detrás de cada ataque hay rostros, nombres e historias que no pueden quedar solo como estadísticas.
