En una reunión que anteponía la racionalidad económica y la resistencia política, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, hizo su intervención en la cumbre del Mercosur que se celebró hoy. Frente a sus homólogos de la región, el citado presidente no solo depositó el documento que acredita a Panamá como Estado Asociado del bloque, sino que dejó un sólido mensaje diplomático: la imposición de que en la próxima reunión del conglomerado la silla de Venezuela la ocupe el presidente electo, Edmundo González Urrutia.
Un complemento y no una competencia
Gran parte de su discurso estuvo dedicado a deshacer cualquier imaginario de competencia comercial presentando a Panamá como la pieza que hacía falta para potenciar al Mercosur. «Somos un complemento para todos ustedes para que los productos de ustedes lleguen a los mercados más diversos», comentó el mandatario, ahondando en las ventajas competitivas de la unión: Canal de Panamá; dos de los cuatro puertos más importantes de América Latina; y conectividad aérea sin igual, con 576 frecuencias semanales a 42 ciudades.
El presidente subrayó la solidez económica de su país, al considerar que se se ha mantenido el Grado de Inversión y que se ha debido duplicar el crecimiento del PIB respecto al año anterior. También, puso sobre la mesa los tratados de libre comercio que Panamá tiene con EE. UU. y Centroamérica, ofreciendo su territorio como un espacio ideal para que las materias primas del Mercosur obtengan valor agregado y accedan a esos mercados competitivamente.
Un ultimátum democrático para Venezuela
En la cumbre la situación se tornó diferente de la que había habido hasta el momento cuando Mulino trató la cuestión de Venezuela. Recordando que en Panamá, en el Banco Nacional están resguardadas bajo el secreto del mismo Banco las actas electorales que han sido validadas por el Centro Carter y la OEA, el Presidente valoró como «injusticia» la suspensión de Venezuela, no por el castigo que se impone al régimen, sino por las oportunidades que se dejan de tener para su ciudadanía.
«Es inhumano que una persona y un partido puedan decidir sobre la libertad de millones», sentenció Mulino, aludiendo a la migración masiva que todos los países presentes atestiguan. A través de su cuenta de la red social X, el presidente reafirmó su mensaje tras la intervención: «Mercosur es integración con democracia y libertad. Esperamos apelar a ver a Edmundo González Urrutia en esta mesa… Sin democracia, la gente paga el precio». Su perspectiva fue la siguiente: se debe aceptar como un hecho la reintegración de Venezuela en el bloque, siempre de la mano de la democracia y del reconocimiento que hay que hacer de la voluntad popular manifestada en las urnas.
Inversión social y seguridad regional
De aquí a 2026, el jefe del Estado panameño plantó las bases de los planes de su gobierno, anunciando una inyección de 11 mil millones de balboas para la inversión social y el desarrollo, invitando a las empresas del Mercosur para que se sumen a dicho crecimiento. En este sentido, enfatizando que «la mejor manera de combatir la pobreza es generando riquezas».
Finalmente, Mulino extendió importantes invitaciones para reuniones en Panamá, la OEA y el bicentenario del Congreso Anfictiónico, pero resaltó especialmente la necesidad de un esquema de seguridad regional integral para combatir el narcotráfico, el terrorismo y la trata de personas y retoma una propuesta de seguridad discutida en Buenos Aires.
José Raúl Mulino, acaba por reconfigurar la implicación de Panamá en el tablero sudamericano. Con la formalización del estado asociativo del país que implica el liderazgo político activo en la defensa de la democracia de la región, el papel de Panamá no puede ser otro que funcionar como nexo entre la capacidad de productividad del Sur y los mercados del Norte.
