En Oslo continúan las actividades vinculadas al Premio Nobel de este año y nos mantienen a todos atentos. Pero en otra parte del mundo, Narges Mohammadi, ganadora en el año 2023, volvió a quedar bajo custodia del régimen iraní. Su libertad condicional llegó a un final abrupto. Las fuerzas de seguridad desplegaron un operativo en Mashhad, ciudad donde la activista participaba en una ceremonia en memoria de un abogado fallecido en circunstancias aún poco claras. Minutos después, la fundación que lleva su nombre difundió un comunicado urgente confirmando que el arresto ya se había concretado.
Un funeral que desató tensiones
Se trata de un episodio de un operativo superior contra voces disidentes. Mohammadi se había hecho presente en la ceremonia de homenaje a Khosrow Alikordi, abogado de 45 años, famoso por defender a aquellos que tomaron parte en las protestas que se hicieron en 2022. Su cadáver fue hallado sin vida el pasado viernes en su oficina. Mientras las autoridades no se expresan, agrupaciones como Iran Human Rights denuncian abiertamente las “fuertes sospechas de asesinato de Estado”.
La ceremonia de este pasado viernes caía en el séptimo día de su muerte, que es considerado un día importante en la tradición islámica. Los primeros reportes, corroborados por declaraciones desde el exilio de su marido, Taghi Rahmani, hacen saber que la activista no fue la única arrestada. En la misma operación fueron detenidos los nombres de otras figuras del activismo iraní, como son Sepideh Qolian, Hasti Amiri y Pouran Nazemi.
Sin velo y sin silencios
Antes de ser capturada, Mohammadi dejó claro que su breve paso por la libertad no la había llevado a adoptar una postura más prudente. Imágenes publicadas por la agencia HRANA la mostraron sin el velo obligatorio, un gesto que en Irán sigue siendo una provocación directa a las normas del gobierno.
Testigos y videos difundidos por canales en el extranjero la mostraron subida a un vehículo, micrófono en mano, dirigiéndose a los asistentes. Entre la multitud se escucharon consignas como “¡Viva Irán!”, “Luchamos, morimos, no aceptamos humillación” y el lema que se ha convertido en emblema de la reciente oposición: “Muerte al dictador”.
Un símbolo que no se apaga
La figura de Mohammadi se ha convertido en un desafío para el relato oficial del sistema clerical. Ella misma ha augurado en numerosas ocasiones el colapso del orden establecido tras la revolución de 1979. Tiene 53 años y ha pasado gran parte de la última década entre rejas desde su arresto en 2021. Aun así, en su corto periodo fuera de prisión no buscó un perfil bajo. Al contrario: se mantuvo activa, visible y abiertamente confrontativa.
Durante estos meses, rechazó sistemáticamente cubrirse con el velo, sostuvo encuentros con activistas de distintas regiones y buscó romper las barreras informativas hablando con audiencias internacionales mediante videoconferencias. Ese activismo tiene un costo emocional enorme. No ve a sus hijos gemelos desde hace 11 años, fueron ellos quienes recogieron el Nobel en su nombre en 2023, de un modo similar a lo ocurrido en esta última ceremonia. Hace apenas unas semanas, en un mensaje por su cumpleaños número 19, les contó que el régimen le había comunicado una prohibición permanente de salir del país.
El nuevo arresto deja en evidencia que las autoridades de Teherán no están dispuestas a permitir que un acto de duelo se convierta en un espacio para protestar. Detener con violencia a una Premio Nobel mientras rendía homenaje a un abogado disidente manda un mensaje. Ni la proyección internacional ni las consideraciones humanitarias representan una protección real. Aun así, la imagen de Mohammadi sin velo, levantando la voz y encabezando cánticos antes de ser llevada por la fuerza demuestra que, aunque el gobierno tiene poder para reprimir, la determinación de sus activistas más visibles sigue intacta.