El Papa León XIV lanzó hoy un llamado urgente para frenar la violencia en el sudeste asiático. Dijo sentirse “profundamente entristecido” por el aumento de los combates en la frontera entre Tailandia y Camboya. Aprovechando los saludos finales de su audiencia general, pidió a los dos gobiernos que detengan de inmediato unas hostilidades que ya derivaron en una crisis humanitaria de gran tamaño.
«Profunda tristeza» por las víctimas
Visiblemente conmovido, el Papa dedicó unas palabras específicas a los afectados por esta nueva ola de violencia. «Expreso mi cercanía en la oración a estas queridas poblaciones y pido a las partes que cesen inmediatamente el fuego y reanuden el diálogo«, manifestó ante los fieles.
Su preocupación se centra en el costo humano del conflicto. Los enfrentamientos dejaron ya un saldo de al menos 10 muertos y han afectado directamente a la población civil. Se trata de un hecho que el Pontífice lamentó especialmente al mencionar a las «miles de personas» obligadas a abandonar sus hogares.
Éxodo masivo bajo el fuego
La alarma del Vaticano encuentra su eco más dramático en el terreno, donde la situación ha degenerado rápidamente en una crisis humanitaria. Tras tres días consecutivos de hostilidades, lo que comenzó como escaramuzas aisladas se ha transformado en un intercambio sostenido de bombardeos transfronterizos y ataques aéreos. Esto terminó sembrando el pánico entre la población civil.
El resultado es un desplazamiento humano de proporciones alarmantes. Más de medio millón de personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares en cuestión de horas. En el lado tailandés, el portavoz del Ministerio de Defensa, Surasant Kongsiri, describió un escenario de urgencia absoluta. «Los civiles han tenido que evacuar en gran número a causa de lo que hemos valorado como una amenaza inminente para su seguridad», explicó en rueda de prensa. Las autoridades de Bangkok han confirmado que más de 400 000 ciudadanos han sido trasladados a refugios temporales distribuidos en siete provincias.
La emergencia se replica con igual intensidad al otro lado de la línea divisoria. Maly Socheata, portavoz del Ministerio de Defensa Nacional de Camboya, detalló la logística de emergencia desplegada por su país. Aproximadamente 101 229 personas fueron evacuadas de las zonas de combate. Estas familias han buscado asilo tanto en refugios gubernamentales como en casas de familiares a lo largo de cinco provincias.
Respaldo de Naciones Unidas
El llamamiento de León XIV llega en un momento estratégico, sumando su autoridad moral a la presión política que ya viene ejerciendo la ONU. En los días previos, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ya había intervenido con firmeza ante el deterioro de la situación, exhortando a ambos gobiernos a «evitar una ulterior escalada de violencia» que podría desestabilizar toda la región.
La postura de Naciones Unidas es clara: la solución no está en las armas. Guterres insistió en la necesidad de renovar el «compromiso por el alto el fuego» y, sobre todo, pidió a Bangkok y Phnom Penh a utilizar «todos los mecanismos de diálogo» disponibles. Para el organismo internacional, la única salida viable para resolver las disputas territoriales y políticas debe encontrarse a través de «medios pacíficos», lejos de la artillería que hoy castiga la frontera.
La diplomacia internacional y la Iglesia se unieron para pedir por la paz. Con medio millón de personas desplazadas y una cifra de víctimas que amenaza con aumentar hora tras hora, el conflicto entre Tailandia y Camboya dejó de ser una disputa fronteriza para convertirse en una emergencia humanitaria. La comunidad internacional está esperando ahora que el clamor conjunto de León XIV y António Guterres logre silenciar las armas. Y poder devolver a las familias a sus hogares.
