Donald Trump decidió alejarse del clima político de Estados Unidos con un destino que no es casual: Escocia, tierra natal de su madre y sede de sus lujosos resorts. Aunque la Casa Blanca anunció que se trata de una visita con fines diplomáticos, los primeros días de su estadía transcurren lejos de los foros internacionales y más cerca de los campos de golf.
Trump reaparece en suelo escocés jugando al golf
El viernes por la noche, el exmandatario estadounidense aterrizó en territorio británico para encarar una agenda que oficialmente incluye reuniones de alto nivel, pero que en la práctica comenzó con una ronda de golf en su exclusivo complejo de Turnberry.
Durante el fin de semana, no hubo compromisos oficiales en su itinerario se lo vio relajado, con su clásica gorra blanca, junto a su hijo Eric y el embajador estadounidense en Londres. No es la primera vez que Trump elige sus propiedades en Escocia como lugar de descanso y proyección política pero esta visita, sin embargo, ocurre en un contexto internacional particularmente sensible.
En una agenda política bastante cargada, el domingo mantendrá un encuentro con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con quien prevé discutir un posible entendimiento arancelario para aliviar conflictos comerciales. El lunes, en tanto, se reunirá con el primer ministro británico, Keir Starmer, para revisar avances del acuerdo bilateral anunciado semanas atrás.
Trump aprovechó para jugar su deporte favorito con un gran operativo de seguridad
La jornada del sábado tuvo como escenario principal el campo de Turnberry, donde Trump aprovechó para practicar su deporte favorito mientras el operativo de seguridad escocés desplegaba un amplio cordón en la zona. Sin embargo, su presencia también coincide con la próxima inauguración de un segundo campo de golf, ubicado en Aberdeenshire, que llevará el nombre de su madre, Mary Anne MacLeod.
La ceremonia de corte de cinta, que se realizará el martes, contará con la presencia del ministro principal del gobierno escocés, John Swinney. En ese sentido, el funcionario dio a conocer su interés en apoyar torneos internacionales en ese complejo, destacando que “Turnberry está considerado el mejor campo de golf del mundo”.
El expresidente no oculta nunca su intención de convertir sus instalaciones en sede de competencias de élite, como el Abierto Británico. Sin embargo, su figura sigue generando divisiones en el Reino Unido, tanto por su estilo como por el impacto ambiental y social de sus desarrollos inmobiliarios.
La protesta ciudadana no se hace esperar
Mientras Trump jugaba al golf, cientos de personas salieron a las calles en Edimburgo y Aberdeen con pancartas, banderas y mensajes de repudio. Pese a que las manifestaciones no alcanzaron el tamaño de las registradas en 2018, durante su primer mandato, el mensaje fue claro: el rechazo hacia su figura sigue.
Las consignas iban desde la defensa de los migrantes hasta la crítica a las políticas estadounidenses en Medio Oriente, a esto se sumaron agrupaciones ambientalistas, colectivos pro-palestinos y defensores de Ucrania que juntos formaron lo que denominaron la “Coalición para detener a Trump”, en los balcones se colgaron carteles que decían “No te queremos aquí” y “Trump fuera”.
Una de las voces que se alzaron con fuerza fue la de June Osbourne, artista y activista local: “Creo que hay demasiados países que sienten la presión de Trump y sienten que tienen que aceptarlo y no deberíamos aceptarlo aquí, lo peor que le ha pasado al mundo, a Estados Unidos, en décadas”.
June se encontraba vestida con una capa roja, inspirada en El cuento de la criada, sostuvo una imagen con el rostro del expresidente y la palabra “Resistir”. Mientras se multiplican las críticas, el republicano se mantiene firme en su agenda: negocios, golf y una narrativa que refuerza sus vínculos familiares. Las reuniones con Von der Leyen y Starmer serán importantes.
