Este fin de semana, miles de personas se congregaron en distintos puntos de Los Ángeles para protestar contra las redadas migratorias ordenadas por el gobierno federal, lo que comenzó como una manifestación pacífica, liderada por defensores de los derechos de los inmigrantes, escaló a enfrentamientos con la policía local.
Bajo estas condiciones, las imágenes de banderas de países latinoamericanos ondeando en medio de los disturbios llamaron la atención de medios y sobre todo de Donald Trump. Sin embargo, las protestas que coinciden con un aumento de las operaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), pusieron en evidencia el descontento de amplios sectores de la comunidad hispana en California.
En este marco, activistas denunciaron que las redadas se realizaron sin notificación y con un uso excesivo de la fuerza, afectando incluso a ciudadanos naturalizados y residentes legales. Las calles del condado de Los Ángeles se convirtieron en el escenario de una disputa mayor entre el gobierno estatal y la Casa Blanca, los manifestantes no sólo condenaron la violencia policial, sino también las políticas migratorias impulsadas desde Washington.
Con un discurso, Trump responde apoyando el despliegue militar
Durante un mitin en la base militar de Fort Bragg, Carolina del Norte, el presidente Trump abordó los disturbios de Los Ángeles con un discurso nacionalista. En sus palabras, mencionó que lo que ocurre en California representa una ofensiva en contra del orden estadounidense, llevado a cabo por grupos que, según él, promueven intereses ajenos al país.
Por eso mismo, Trump cuestionó la presencia de banderas extranjeras en las marchas, señalando que estas demostraciones son gestos de “provocación extranjera”, acusando a los protestantes de incitar al caos, apuntando al gobernador Gavin Newsom por permitir lo que calificó como una “rendición de la autoridad estatal”.
Como medida inmediata, el mandatario autorizó el envío de 4.000 miembros de la Guardia Nacional y 700 infantes de marina al estado de California. Sin embargo, justificó esta movilización como una medida para asegurar la integridad de las instalaciones federales y proteger al personal involucrado en las redadas migratorias.
La acciones de Trump en Los Ángeles puede generar reacciones
Desde Sacramento, las autoridades de California indicaron que el gobierno militar es una extralimitación del poder ejecutivo. En defensa de la autonomía estatal, el gobierno local presentó una demanda ante los tribunales, indicando que la intervención federal vulnera la Décima Enmienda de la Constitución.
Un juez federal de San Francisco negó el martes una solicitud inmediata para frenar la participación de tropas militares en operaciones policiales, por eso programó una audiencia para evaluar una orden judicial temporal que podría limitar el rol de las fuerzas armadas en la crisis migratoria.
El Departamento de Justicia tachó el recurso de California de “legalmente infundado”, y afirmó que impedir la colaboración entre agencias comprometería la seguridad nacional. La disputa judicial refleja una pugna de fondo entre dos visiones opuestas sobre el control migratorio: una más centrada en el castigo y el control, y otra que busca proteger los derechos civiles desde la perspectiva estatal.
Las protestas se expanden a nivel nacional: se suman varias ciudades
Desde Nueva York hasta San Francisco, miles de personas salieron a las calles para expresar su rechazo a las políticas migratorias. En Manhattan, manifestantes se congregaron en Foley Square, mientras en Chicago y Filadelfia se bloquean arterias principales con consignas como “Abolir ICE” y “Libertad para Mahmoud Khalil”, un estudiante detenido por las autoridades migratorias.
En lo que respecta a la costa oeste, las concentraciones en San Francisco se hicieron bajo el lema “El pueblo unido jamás será vencido”, allí los manifestantes reforzaron la idea de una solidaridad nacional con la causa migrante, exigiendo al Congreso una reforma que proteja a los más vulnerables.
Para muchos, las medidas adoptadas por Trump no son más que una estrategia política que exacerba la división social y criminaliza la identidad latina en Estados Unidos, por eso ocurre este nivel de movimiento para demostrar descontento por esta decisión.