La tensa situación en el Caribe ha generado un movimiento inmediato en el mapa geopolítico. Algunas horas después de que Venezuela acusara a Estados Unidos de tener buques en el caribe para cometer robos, el presidente ruso, Vladímir Putin, alzó el teléfono para comunicarse con Nicolás Maduro. El contenido del mensaje que fue enviado desde el Kremlin era muy claro: un firme apoyo a la soberanía venezolana frente a lo que ambos presidentes determinan como una creciente presión exterior.
Un escudo conta la presión externa
Según el comunicado oficial difundido por la Cancillería venezolana, Putin fue categórico. El líder ruso ratificó su apoyo a Maduro en sus esfuerzos por «consolidar la paz, la estabilidad política y el desarrollo económico». Para el Kremlin, la política del gobierno venezolano está justamente dirigida a proteger los intereses nacionales frente a las amenazas extranjeras.
Putin fue más allá de la solidaridad protocolar, asegurando a Maduro que «los canales de comunicación directa entre ambas naciones se mantienen abiertos de manera permanente». Además, prometió que Rusia continuará apoyando a Venezuela en su lucha por hacer valer el derecho internacional y la paz en toda América Latina, poniendo a disposición su capacidad diplomática para fortalecer estos objetivos.
La agenda económica
La llamada también sirvió para dar cuenta de la cooperación indudable existente entre las partes. Ambos presidentes valoraron los resultados de la reciente Comisión Intergubernamental de Alto Nivel (CIAN), con la firma de 19 acuerdos de trabajo en vistas de diversas temáticas. La mirada está puesta en el largo plazo. Ya se está evaluando la preparación de la próxima reunión de la CIAN que se celebrará en Caracas en 2026 y que tiene el objetivo de avanzar en un Plan de Desarrollo Conjunto que abarque hasta 2030.
Un punto clave de la conversación fue la conectividad. Maduro enfatizó la importancia de las rutas aéreas directas que ya existen hacia Moscú y San Petersburgo. Ambos coincidieron en la necesidad de profundizar estas iniciativas para potenciar el turismo y el intercambio comercial. Según el mandatario venezolano, el país está «ganando la batalla» del crecimiento económico. Venezuela se proyecta para cerrar el año con cifras positivas, un reporte que Putin recibió con felicitaciones.
Más de dos décadas de alianza estratégica
El intercambio telefónico también tuvo un componente simbólico, recordando que se cumplen más de 20 años de una cooperación «firme y fructífera» iniciada por el fallecido Hugo Chávez. Maduro aprovechó para ratificarle a su aliado que, pese a las maniobras de Estados Unidos, que incluyen acusaciones de narcotráfico y sanciones, Venezuela mantiene su estabilidad social.
Mientras Estados Unidos justifica sus acciones en el Caribe como medidas antinarcóticos, Maduro sostiene que el verdadero objetivo es un «cambio de régimen» para controlar las reservas petroleras. En este escenario de polarización, la llamada de este 11 de diciembre reafirma que, para Rusia, Venezuela sigue siendo un socio clave e innegociable en el hemisferio occidental.
Pero, en todo caso, este contacto de tan alto nivel actúa como una respuesta inmediata a las acciones que se están llevando a cabo desde Washington hacia el Caribe. Si las intenciones de Washington pasan por asfixiar la vía logística de Venezuela, a partir de las incautaciones como la del petrolero, la actitud del gobierno de Moscú pasa por garantizar políticamente a su propio aliado.
Esto se traduce en la confirmación de la existencia de un mapa de trabajo fino para el periodo de 2022 a 2030 y la promesa de que los canales de intercambio siempre permanecen abiertos. Se establece un mensaje claro: el Kremlin no tiene ninguna intención de dejar caer su influencia en la región de América Latina y el Caribe y el líder de la revolución bolivariana cuenta con el respaldo de una potencia nuclear.