La capital de los Estados Unidos, Washington D.C., en presencia de Donald Trump, fue el escenario que alojó un encuentro entre los líderes de dos países que mantienen un rígido conflicto desde hace 3 décadas, dejando un saldo de más de 10 millones de muertes. Félix Tshisekedi, presidente de la República Democrática del Congo y Paul Kagame, presidente de Ruanda, se reunieron en una ceremonia celebrada la mañana de este jueves para pactar un acuerdo de paz.
La participación de Donald Trump vuelve a destacar, subrayando su papel como intermediario
El evento, fue llevado a cabo en la sede del Instituto de Paz de Estados Unidos, organismo que se halla bajo el control del Departamento de Estado. Durante el día de ayer, el Instituto de Paz decidió renombrarse en honor al presidente, quedando bautizado como «Instituto Donald Trump para la Paz». En esta ceremonia, el presidente Donald Trump puso sobre la mesa un documento conocido como los «Acuerdos de Washington» para el conflicto.
En la reunión entre los mandatarios, destacó la participación del presidente estadounidense Donald Trump, quien actuó como anfitrión y mediador en la firma. El mandatario resaltó su aporte, presumiendo que este movimiento constituía la octava guerra acabada por su gestión. Cabe destacar, que mientras se firmaban los documentos en las salas climatizadas de Washington, seguían llegando reportes de que la violencia permanecía activa.
En el mismo contexto, Trump no ocultó la dimensión geopolítica y económica del pacto, al declarar que el acuerdo abrirá camino a Estados Unidos para acceder a minerales críticos en ambas naciones.
“Vamos a sacar algunos de los minerales raros, todos vamos a ganar mucho dinero”,
agregó Trump, en lo que muchos han interpretado como la monetización de un proceso de paz.
Los acuerdos de Washington plantean la paz y establecen un intercambio de recursos en la región
Según especificaciones compartidas por el propio Donald Trump, entre los puntos que conforman el documento firmado se hallan, el cese total y duradero de las hostilidades. Igualmente, plantea la neutralización y el desarme de las fuerzas no estatales y grupos armados que operan en el este de la República Democrática del Congo (RDC), con especial enfoque en el grupo rebelde M23.
Asimismo, otros puntos cruciales que se encuentran en el texto, son garantías para el regreso seguro y digno de los refugiados a sus territorios de origen y un compromiso para llevar ante la justicia a quienes hayan cometido atrocidades y crímenes de guerra. Además de estos acuerdos, que parecen garantizar la paz en el terreno, se le suman acuerdos de integración económica, buscando fomentar la cooperación y el crecimiento compartido.
Dentro del pacto, se encuentra también el Marco de Integración Económica Regional (REIF, por sus siglas en inglés), el cual integra una transformación geopolítica. Dicha transformación, está basada en una cooperación comercial dando acceso privilegiado a empresas estadounidenses a cobalto, litio, cobre y oro, minerales esenciales para la tecnología moderna y la seguridad nacional de EU.
Esta lucha refleja la necesidad del cese a la violencia distribuida a lo largo del continente
Este movimiento, solo conforma un paso en la lucha contra la violencia y sobre todo contra los grupos Movimiento 23 de Marzo (M23) y las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), trabajo que le ha sido imposible al gobierno de Félix Tshisekedi. Por otro lado, el presidente ruandés Paul Kagame, es acusado de respaldar militarmente al M23, mientras que históricamente ha insistido en la necesidad de neutralizar a las milicias hutu (FDLR).
La presencia de representantes de otras naciones africanas acentuó el significado de la firma del pacto para la región. Los presidentes africanos de países como Angola, Burundi y Kenia estuvieron presentes en la ceremonia, al igual que representantes de Uganda y Togo. La asistencia africana marca la presión regional por la búsqueda de la estabilidad en el continente.