En un marco de creciente tensión en las aguas del mar Caribe el gobierno de la Federación de Rusia ha mostrado su apoyo incondicional a Venezuela. En el transcurso de una conversación telefónica, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ofreció a su compañero venezolano, Yván Gil, «toda su cooperación», en la lucha contra el despliegue militar y el bloqueo de los buques petroleros que lleva cabo Estados Unidos. El acercamiento diplomático ocurre en un momento crítico, luego de que el gobierno de Donald Trump intensificara su presencia naval en la región. Estas acciones son las que encendieron las alarmas en Caracas y en Moscú.
Denuncias de «piratería» y peligro para la navegación
Durante la llamada, los dos diplomáticos revisaron el estado actual, en el que el canciller Gil lo describía en su canal de Telegram como «agresiones» y «violaciones» del derecho internacional. Venezuela acusó a la incautación de sus barcos de ser un «robo desfachatado», congruente con la «piratería», mientras que rechazan la justificación estadounidense que vincula a las embarcaciones con el narcotráfico.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia manifestó una «seria preocupación» por la intensificación de las acciones de Washington, que según el Kremlin no sólo tiene «consecuencias de gran alcance para la región», sino que representa una amenaza «directa» para la seguridad de la navegación internacional civil. Gil también añadió que se hablaron de supuestas «ejecuciones extrajudiciales» realizadas a raíz de este despliegue naval.
Un pacto estratégico para el Consejo de Seguridad
El diálogo condujo a acuerdos concretos de carácter político. Por su parte, Lavrov y Gil convinieron en estrechar la cooperación mediante canales bilaterales (una relación que contempla ya 26 años e incluye el ámbito el militar) y, sobre todo, la coordinación de sus pasos en las instancias internacionales.
El horizonte inmediato es la reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), prevista para este martes. Según anticipó el titular de Relaciones Exteriores de Venezuela, Rusia expresará allí su «total apoyo» a la posición de Caracas, combatiendo los preceptos de soberanía estatal y la no injerencia en los asuntos internos ante las hostilidades estadounidenses.
La posición de Washington: escepticismo ante el respaldo ruso
A pesar de las contundentes declaraciones de solidaridad que apuntan desde Moscú, la administración de Estados Unidos ha ofrecido una visión más despectiva de la capacidad real de Rusia para determinar la naturaleza de este conflicto hemisférico. Para la Casa Blanca, la alianza entre el Kremlin y Caracas, a pesar de ser escandalosa en términos diplomáticos, se enfrenta a ciertos límites logísticos que son inviables a corto plazo.
La semana pasada, el secretario de Estado, Marco Rubio, fue claro al desestimar en toda su dimensión la amenaza que este respaldo puede suponer. En rueda de prensa desde el Departamento de Estado, el secretario aseguró que el apoyo del gobierno de Vladimir Putin para el régimen de Nicolás Maduro no es «preocupante» para los intereses estratégicos de Washington. El eje de la argumentación de Rubio sostiene que Moscú tiene «las manos ocupadas» en la guerra en Ucrania, un conflicto que requiere la mayor parte de sus recursos militares y financieros.
Este capítulo de acercamiento entre Caracas y Moscú reconfigura de inmediato el tablero geopolítico en el Caribe. La administración estadounidense, por su parte, preserva su estrategia de presión máxima mediante el despliegue naval, mientras que la atención internacional pone el foco ahora en la sede de la ONU. Allí, este martes, será puesta a prueba el verdadero alcance del «escudo diplomático» que Rusia puede brindar a Venezuela y si esta coalición puede de alguna manera mitigar la presión de las acciones de bloqueo dentro de un contexto de polarización mundial creciente.
