En el marco de la primera reunión del conglomerado de países en el territorio africano, el presidente pro tempore, Cyril Ramaphosa de Sudáfrica, realizó el discurso inaugural de la cumbre del G20 puntualizando en la importancia del multilateralismo y la solidaridad en un contexto de crecientes tensiones políticas en escenarios claves del mundo.
Una cumbre histórica
Con el paso de los años, los esfuerzos de los gobiernos africanos por sumarse al escenario geopolítico internacional han dado sus frutos en forma de actividades internacionales y eventos mundiales que nunca antes habían tenido al territorio africano como una sede oficial.
Así como lo fue la Copa Mundial FIFA Sudáfrica 2010, en la jornada del sábado, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa dio por inaugurada la primera cumbre del G20 con sede en una ciudad del continente africano, en esta oportunidad realizada en Johannesburgo.
A la cita fueron convocadas personalidades y comitivas de las principales potencias internacionales y países emergentes, entre los que destacaron el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el primer ministro de India, Narendra Modi, el primer ministro de China, Li Qiang, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
No obstante, la cumbre en Johannesburgo tendrá a uno de sus principales invitados como la gran ausencia: el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, decidió no asistir ni enviar una comitiva en su representación.
En su discurso inaugural, el presidente Ramaphosa señaló que los esfuerzos del bloque internacional deben concentrarse en la proliferación y fortalecimiento del multilateralismo, el desarrollo del llamado Sur Global, la lucha contra el cambio climático y la búsqueda de nuevas estrategias para garantizar la seguridad alimentaria y las problemáticas en relación a la inteligencia artificial.
«Como Sudáfrica, esperamos que se adopte la declaración de los líderes, que establecerá una agenda nueva y continua para el mundo, en particular para el G20«, aseguró Ramaphosa.
La preocupación de Lula
Durante su discurso, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, señaló que los intentos de boicot por parte de los Estados Unidos representan una amenaza al normal funcionamiento del bloque internacional.
«El funcionamiento mismo del G20 como un espacio de coordinación ampliado se encuentra amenazado», aseguró el mandatario brasileño durante su intervención en la inauguración del evento, realizado en el Centro de Exposiciones Nasrec de Johannesburgo.
Posteriormente, Lula puntualizó que «es necesario preservar la capacidad de este foro para abordar los principales problemas de nuestro tiempo. Si no logramos encontrar una solución dentro del G20, no será posible hacerlo en un mundo concebido«.
La ausencia de los Estados Unidos fue justificada alegando un conflicto de intereses entre la agenda de Washington y la propuesta por Johannesburgo, marcando una escalada en las tensiones internacionales, principalmente en relación al conflicto bélico llevado adelante por la Federación Rusa en territorio de Ucrania.
La presencia implícita de la Casa Blanca no desaparecerá por completo, ya que muy probablemente entre en algunos de los debates el nuevo plan realizado por la administración de Donald Trump para alcanzar una paz definitiva en Ucrania. No obstante, algunos funcionarios europeos han señalado que el plan de la Casa Blanca va de la mano con los intereses de Moscú.
La agenda en Johannesburgo
Una de las principales propuestas realizadas por el gobierno sudafricano, que ostenta la presidencia pro tempore del conglomerado de naciones y, por lo tanto, tiene la potestad de constituir la agenda del evento, apunta a la elaboración de un plan para incrementar la asistencia internacional a las naciones más pobres y a aquellas que necesitan recuperarse de los desastres naturales o conflictos militares.
Al mismo tiempo, señaló la necesidad de reducir el endeudamiento entre naciones y con organismos internacionales y la asistencia para garantizar una transición al uso de energías renovables y el desarrollo de la actividad minera, con el fin de reducir tanto como sea posible la brecha de desigualdad que, año a año, parece hacerse cada vez más grande.
