El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, protagonizó uno de los momentos más destacados del homenaje a Charlie Kirk, realizado en el State Farm Stadium de Glendale, Arizona. Decenas de miles de personas se congregaron desde la madrugada para despedir al joven activista conservador asesinado el pasado 10 de septiembre en Utah.
El multitudinario adiós que se dio en Glendale
Desde antes del amanecer, largas filas rodearon el estadio donde habitualmente juegan los Arizona Cardinals; junto a familias enteras, algunas llegadas desde otros estados e incluso desde el extranjero, esperaron durante horas para ocupar un lugar en el recinto con capacidad para 73.000 personas.
Por la cantidad de asistentes, la organización habilitó además una pista de hockey cercana, con 20.000 asientos adicionales, para quienes no lograron ingresar. En el estrado intervinieron pastores, congresistas y altos funcionarios, todos con un mismo mensaje: Charlie Kirk fue un líder espiritual y político cuya influencia trascendió su corta edad.
Hay que tener en cuenta que la ceremonia tuvo un fuerte componente religioso debido a la presencia de bandas de rock cristiano (así fue la multitudinaria convocatoria); coros e himnos patrióticos marcaron el ambiente de un memorial que en muchos pasajes recordó a un funeral de Estado.
El secretario de Estado, Marco Rubio, llegó a compararlo con Jesús, mientras que el vicepresidente J.D Vance lo definió como un “mártir de la fe cristiana”, también Pete Hegseth, secretario de Defensa, proclamó que “solo Cristo es rey”.
El mensaje de Trump en el funeral de Kirk
Casi cuatro horas después del inicio del memorial, Trump apareció en el escenario con la canción patriótica God Bless the USA; al realizar su discurso, transformó el homenaje en un acto político al estilo de sus mítines, con duras críticas a Joe Biden, a los medios de comunicación y a la “izquierda radical”, a la que responsabilizó del asesinato de Kirk.
Fue en ese contexto donde lo describió como un “mártir de la libertad americana”, subrayando que había sido asesinado “por decir la verdad que llevaba en el corazón”. Además, el presidente también recordó momentos personales con Kirk, destacando su generosidad y su entrega a la causa conservadora.
Sin embargo, marcó una diferencia con su legado al admitir: “Charlie quería lo mejor para sus rivales, yo no. Lo siento, Charlie, yo los odio”. Trump cerró su intervención abrazando a Erika Kirk, viuda del activista, quien, minutos antes, había sorprendido al público al declarar que perdonaba al presunto asesino de su esposo, Tyler Robinson. “La respuesta nunca es el odio, sino el amor”, afirmó con lágrimas en los ojos, en un discurso que combinó dolor y resiliencia.
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