Lo que en principio fue considerado como una ingeniosa broma en torno a la elección de un nuevo pontífice de la Iglesia católica, por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado rechazo por parte de diferentes sectores de la sociedad y la religiosidad, para quienes este acto coloca al mandatario en el centro de una falta de respeto a los millones de personas que profesan la fé cristiana y aquellas que aún sin participar de esta Iglesia sienten empatía ante un suceso que además tiene relevancia para la política mundial.
Aunque esta no ha sido la primera o única afrenta que Donald Trump ha establecido contra la Iglesia católica, a la que en diferentes oportunidades se ha dirigido en tono de superioridad, exigiendo incluso su abstención sobre asuntos de la política estadounidense, sí es la primera que arremete contra la dignidad del máximo líder de esta institución, ridiculizando un evento que es considerado vital dentro de la misma.
Trump bromea con ser el papa de la Iglesia católica
La imagen que fue subida a través de las redes sociales oficiales de la Casa Blanca contenía la leyenda alusiva al deseo del presidente Donald Trump de convertirse en el sumo Pontífice, asumiendo que su mandato en la Iglesia católica sería excelente, por lo que las reacciones además se dirigen hacia la actitud ofensiva con la que fue asumida esta publicación.
Al respecto, el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, quien fuera el último líder político mundial en reunirse con el fallecido papa Francisco, minimizó la situación señalando que se trata de un juego de Donald Trump, que debe ser tomado a la ligera por cuanto no representa la verdadera opinión del gobierno estadounidense o de su presidente.
Reacciones provienen de la Iglesia católica estadounidense y algunos medios de comunicación
Para la Iglesia católica la elección de un nuevo papa es un evento significativo, que tiene implicaciones relevantes en todos los ámbitos, pues en primera instancia deriva de la muerte o dimisión del pontifice inmediatamente anterior, hecho que además de causar dolor propio de la partida o retiro de un líder mundial pone en perspectiva sus acciones para que el siguiente obispo de Roma establezca una misión llegada desde hace más de 2 mil años.
De este modo, la Conferencia Episcopal de Nueva York ha señalado al presidente Donald Trump como irrespetuoso de la fé, que ha hecho burla de un evento tan solemne como es la celebración del cónclave donde los cardenales electores, eligen a un nuevo sucesor de Pedro y restauran el liderazgo de una Iglesia milenaria basada en los principios del amor y la esperanza.
Así mismo, representantes de diversos medios de comunicación en Italia se han dirigido en torno a esta imagen, aludiendo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como un megalomaníaco con ansias de llamar la atención, cuyas acciones se desmarcan de cualquier acto que pueda ser tomado como chiste y que son impropios de la conducta que debe tener un jefe de Estado.
Sin pronunciamientos oficiales tras la polémica
El papa como obispo de Roma y máxima autoridad del Vaticano es considerado en el entorno político como un jefe de Estado cuya dignidad y persona deben ser respetados de la misma manera que los monarcas, presidentes y jefes de gobierno. Por lo tanto, la realización de este tipo de juegos por parte de un homólogo de cualquier país genera incidencias diplomáticas.
No obstante, una vez desatada la crítica sobre la imagen de Donald Trump difundida por la Casa Blanca, el Colegio Cardenalicio y las autoridades del Vaticano se han abstenido de brindar declaraciones al respecto, dedicándose por completo a discutir y presentar los asuntos vitales para la Iglesia ante el momento de elección del nuevo Sumo Pontífice.