Terminado el funeral del papa Francisco, la Ciudad del Vaticano continúa con los preparativos para que los cardenales se encierren en la Capilla Sixtina durante el Cónclave, hasta dar con el elegido para ocupar el Trono de San Pedro, y ser ungido por sus pares como el nuevo santo padre.
La estrella principal entra en escena.
En la jornada del día viernes 2 de mayo, se divulgaron imágenes de los técnicos y trabajadores de la Ciudad del Vaticano, en el techo de la Capilla Sixtina, ubicando el único punto de conexión de información que habrá disponible durante el Cónclave.
La famosa chimenea que a partir de esta tarde sobresale del techo del templo más importante del catolicismo, será la encargada de informar los resultados de las votaciones que realizarán los cardenales dentro de la Capilla, durante el encierro que compartirán hasta elegir al nuevo papa.
Por ella saldrá el humo de los votos realizados tras ser quemados con un químico especial, que le otorgará un color particular según el resultado del comicio: si el humo sale de color oscuro, ningún candidato logró obtener los votos necesarios y, por lo tanto, se procederá a continuar con los comicios.
En cambio, una vez que el humo saliente de esa chimenea se vea blanco, será la señal hacia el mundo que en Cónclave terminó, y en pocas horas se escuchará desde el Balcón de las Bendiciones la icónica frase en latín «habemus papam», que indica el inicio de un nuevo pontificado.
El Cónclave por dentro
La reunión y encierro de cardenales en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo papa es una tradición histórica del catolicismo, que entiende que ante el aislamiento total de los miembros del Colegio Cardenalicio, solos con la guía de Dios y su propio juicio, elegirán al correcto sucesor del papa Francisco.
En esta oportunidad, las puertas de la Capilla Sixtina se cerrarán a partir del 7 de mayo para dar inicio, al que se considera, el Cónclave más grande y diverso de la historia de la Iglesia Católica. Participarán un total de 133 cardenales con derecho a votar, provenientes de 71 países distintos en la elección.
Si bien hay 135 cardenales en condiciones de participar de la elección, dos de ellos se retiraron alegando problemas de salud (el español Antonio Cañizares Llovera, Arzobispo emérito de Valencia, y el keniano John Njue, Arzobispo emérito de Nairobi), por lo que todavía es posible que el número de votantes se reduzca.
Finalmente, para ser elegido papa, uno de los cardenales presentes en el Cónclave deberá recibir dos tercios del total de los votos, 89 en total.
Jóvenes y expertos de distintas partes del mundo
Aunque todavía hay una gran preponderancia de cardenales europeos, en esta elección no llegan a cubrir el 50% de los votantes, teniendo solo 53 representantes del viejo continente. Completan la lista de electores 23 asiáticos, 18 africanos, 4 provenientes de Oceanía, y 37 entre todo el continente americano (17 de Sudamérica, 4 de Centroamérica, 16 de Norteamérica).
El rango etario entre los miembros del Colegia Cardenalicio va desde el miembro más joven, el ucraniano Mykola Bychok, arzobispo de Australia, con 45 años y siendo el único elector menor a los 50 años; hasta el español Carlos Osoro Sierra, Arzobispo emérito de Madrid, quien se encuentra a meses de cumplir los 80.
La edad promedio dentro de la Capilla Sixtina a partir del 7 de mayo, será de 70 años, siendo la generación de 1947 los que aportan la mayor cantidad de cardenales electores, con 13 representantes.
Dentro de los comicios se sentirá fuertemente la presencia del difunto papa Francisco, quien se encargó de dejar no solo su huella en la historia del catolicismo, sino también dentro de las negociaciones para su predecesor.
Esto se debe a que, de los 133 cardenales que participarán aportando su voto en el próximo Cónclave, 108 fueron nombrados para sus puestos por el propio Francisco. El resto fueron seleccionados en sus respectivos papados por Benedicto XVI (22 cardenales) y Juan Pablo II (los 5 cardenales restantes).